Paco con K

VALENCIA. De alguna forma, las decisiones precipitadas e impulsivas siguen instaladas en el Valencia. Algo, que en la ingenuidad de la teoría del inversor millonario, estaba llamado a ser erradicado. Pues mira, no salimos de ahí. Es como lo de poner a Alves, tras siete meses KO, en el partido más angustioso del curso. Te sacó una mano, pero te costó un gol, y no un segundo porque le arrearon en la cara cuando tenían la portería entera para elegir ángulo de ejecución. No hay manera de explicar lo del sábado más allá de encalar el asunto en el ámbito del milagro.

Esa acción bastaría para definir un curso tan loco; donde vemos a tipos pasar de la grada al campo, o del campo a la grada, sin más motivo que el venazo del que se sienta en el banquillo. Más o menos, es como viene funcionando todo. Neville se mueve por el método del ensayo y error. A ver si acierta. Igual que Peter.

Desconoce qué plantilla tiene, dónde compite, y ambos, parecen ignorar qué tienen entre manos. No se entiende de otra manera que en una situación así, lejos de parapetarse tras un grupo de fijos sobre los que construir un algo, el británico se haya pasado los últimos tres meses con probaturas, como si el siguiente encuentro fuera el de la Audi Cup.

En cierto modo, se podría decir que contemplamos un show, pero un show coherente con el sinsentido que gobierna la casa.

Empezó esto con el entrenador llamando a gritos a un chico subido en una grúa, para que bajara a traducirle; no había manera de que los jugadores le entendieran. En el que no dejamos de padecer bochornos en los partidos por la dichosa barrera del idioma. Donde se contrató a un comentarista de la Sky para solucionar una crisis y ganaste un partido después de tres meses con gol de un jugador que vino en el mercado de invierno; calificado por Gary Neville como "una ventana de transferencias inútil".

Para entender el calado de la majadería también bastaría con echar un vistazo al cuerpo técnico. Un grupo de trabajo vital en la carrera de un entrenador, que suele estar formado durante años por miembros que aúnan experiencias y conocimientos, capaces de comunicarse entre ellos con un gesto.

Ah, pero en el affaire Neville, lejos de rodearse de gente capacitada y experimentada para compensar, vemos como dio paso a su hermano, que además de demostrar su escasez durante todo el año, está estudiando para sacarse el carnet. Ayudado por Angulo, que da la sensación de estar ahí más como cara que como técnico, que no entiende ni papa de inglés, y cuya primera experiencia profesional en los banquillos se reduce a entrenar durante 8 meses al Juvenil del Valencia.

Ese staff carece de todo lo que se requiere para solventar una situación como la que nos ocupa. Ante eso, nada enigmático resultó Guillem Balagué hace unos diez días afirmando que Gary "could use extra help with the little details of coaching". Todos los caminos siguen conduciéndonos a Manchester.

Por ello, el aterrizaje de un perfil como el de Pako Ayestarán no extraña, sólo sorprende la tardanza. En una entidad que ha decidido vivir en la opacidad, en callar y dejar que hablen las malas lenguas, que crezcan las sospechas y salgan escopeteadas las conjeturas, es normal que se haga la lectura que se haga, la buenista o la mal pensá, no quede bien parado ningún protagonista.

Más allá de eso, en el efecto inmediato, Pako, sólo es una buena noticia. Su primera aportación es la de una voz, y unos oídos, una vía por la que poder expresarse, hablar, acercarse a la banda para comentar dudas e identificar y corregir asuntos. Que era lo primordial. Si además, aporta ese plus de trabajo táctico que falta - con él, el entrenamiento de ayer ya fue más extenso de lo habitual -, ese punto de experiencia necesario, el combo será perfecto para llegar vivos a la orilla de junio aferrados a una tabla. Después, montaremos el juicio.