Hoy es 9 de octubre
VALÈNCIA. El Valencia compitió en la Cartuja y a punto estuvo de conseguir un título más para las vitrinas valencianistas. Gayá al inicio de la segunda parte y Carlos Soler finalizando los noventa minutos estuvieron a punto de doblegar a la escuadra bética. Anteriormente Hugo Duro con maestría a pase de Moriba había igualado el gol del panda. La lotería de los penaltis cayó del lado verdiblanco que también luchó y buscó la grandeza de alzarse con la Copa del Rey. Fue un partido donde ganó el fútbol. Una final que se recordará por la incertidumbre del resultado y por la entrega de ambos equipos intentando cada uno con sus armas conseguir la victoria. No se consiguió el doble objetivo de ganar un título y clasificarse para jugar en Europa el año próximo pero los aficionados salieron orgullosos de la entrega y competitividad de los jugadores valencianistas.
Ganó el valencianismo que demostró estar más vivo que nunca. Ese valencianismo que se transmite de padres a hijos y en el que se conjugan las penas y las alegrías con un apoyo incondicional. Ese apoyo sincero. Ese respaldo es el que queremos. No esas apariciones esporádicas, (Kiat Lim) , cuando se llega a la final y tras años de ausencia quieren vender su amor y su preocupación por el Valencia CF. El amor a la entidad se demuestra día a día y con hechos. No hace falta levantarse a las tres de la mañana para ver un partido de fútbol por la diferencia horaria. Con estar en Valencia y aparecer tres o cuatro semanas al año bastaría. Los valencianistas prácticamente no conocemos al máximo accionista de la entidad. ¿No les parece una falta de respeto? En el Real Madrid todos vemos y conocemos a Florentino Pérez. En el Barcelona a Joan Laporta. En el At. deMadrid a Cerezo. En el Villarreal a Fernando Roig. En el Valencia ni vemos a su máximo accionista ni le escuchamos. No nos quieran vender milongas. Al menos yo, no se las compro y la mayoría de aficionados tampoco.
Tras la Copa llega la realidad de la Liga. El equipo salvo algunas jornadas en las que una victoria podía acercarle a la zona alta ha estado deambulando por la zona media de la tabla. Llega un equipo, el Levante, que se juega una de sus últimas posibilidades para engancharse a la salvación. El Valencia tendrá que sacar mano de una gran motivación para estas últimas jornadas liguera e intentar obtener la mejor clasificación posible. No va a ser fácil porque el equipo lo confío todo a la consecución de la la Copa. La recuperación mental tras la desilusión copera va a ser primordial para Bordalás en este final liguero.
Una vez agotadas prácticamente las posibilidades europeas del equipo las miradas se dirigen a observar que panorama se divisa en el futuro de la entidad, el futuro del entrenador y el futuro de muchos de los jugadores que componen la plantilla actual. Sabemos que seguramente abandonaran la entidad algunos jugadores importantes. Conocemos que estos movimientos de entradas y salidas de jugadores han ocurrido toda la vida y en todos los equipos. El problema en el Valencia es que cada vez que se producen estos movimientos el nivel competitivo del equipo sale debilitado. El reponedor, esa figura tan importante en los supermercados, está atento a que en la estantería estén todos los productos bien ordenados y cuando van desapareciendo los suple por otros pero manteniendo la misma calidad y estructura en la estantería. Con los antecedentes que tenemos de las reposiciones en el Valencia no sé si podemos estar muy tranquilos. No sabemos si la reposición la hará Corona y su equipo de colaboradores o si la hará Anil Murthy con su conocimiento futbolístico o si la hará el Sr. Lim desde Singapur a las tres de la mañana. Golpes de suerte como llegada de Hugo Duro gracias a Bordalás o la llegada y aparición de Mamardashvili gracias a la insistencia de Antonio López, representante del jugador y un gran valencianista, ocurren muy pocas veces en la vida. El cambio de jugadores importantes por otros que mantengan o mejoren el nivel futbolístico necesita de un gran trabajo de planificación. No soy muy optimista en esta faceta. Los antecedentes en este aspecto no son los más halagüeños y el pánico que me transmiten los actuales reponedores es aterrador.