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opinión

Pecado original (y fotocopias)

1/10/2019 - 

VALÈNCIA. Esta historia del Valencia CF y de sus técnicos y de sus desaguisados de despacho y de sus líos internos, etc. se repite: no es original ni es novedoso. No tiene el sello de calidad única, ni es denominación de origen, aunque lo exportemos, torpemente, por doquier. Pero como decía el gran Mario Benedetti: «Lo malo no es el pecado original, sino las fotocopias» y no sé muy bien a qué atenerme ahora, mientras el equipo (y su técnico) buscan bautizarse de nuevo, encontrar su origen, su razón de ser, entre vaivenes emocionales, dibujos tácticos, pizarras a medio borrar y órdenes vía carta de lugares lejanos.

He de reconocer que a veces hasta no he sido justo (como muchos otros) con Celades en algunos momentos, pero he analizado, también, por qué tengo esta opinión tan ambivalente sobre su trabajo: lo vemos como una fotocopia de algo, aunque no sepamos muy bien de qué. Y ese es el mayor error: cuando hace algo bueno, decimos que se ha parecido al Valencia de Marcelino o que ha aprovechado lo que había (y es verdad); cuando hace algo que no nos convence, decimos que está muy verde y que aún no tiene hechuras de técnico de primera. Visto así, tiene pocas posibilidades de éxito el pobre técnico. En cambio, se me ha ocurrido ir un poco más allá y analizar por qué tenemos (o hemos tenido) tan poca paciencia con Celades: en verdad, cuando las cosas no han salido bien, vemos en él a Peter Lim (omnipresente sombra que creemos que todo lo ve, pero no ve nada realmente) y le criticamos como si fuera el dueño singapurense y su corte de caracoles en salsa. Si saca o pone a un jugador no pensamos en que lo ha hecho porque lo ha visto entrenar de un modo, o porque necesita enchufarlo a la causa, o porque tiene en mente un plan para ganar ese partido, sino porque es una fotocopia del discurso original, enviado por Lim. Cuando decide que Ferrán o Kang In jueguen no vemos que se trate de dos futbolistas activos de la plantilla, sino que son dos emails de la propiedad. Y así con todo.

Es una losa el origen que ha tenido Celades en este club, pero puede cambiarlo, siempre y cuando le dejemos que trabaje con cierta calma aquello que funciona realmente, al menos hoy por hoy. No nos importa que su sistema sea con tres mediocentros o con ocho extremos y diecinueve mediaspuntas o cuarenta y dos centrales. No hay número que soporte una comparación odiosa: y de eso se trata ahora, no de hacer un balance real de lo conseguido. Porque si así fuera, el Valencia de Celades sería bastante mejor que el Valencia de Marcelino que se comió una primera vuelta digna de destitución y con un pie y medio fuera de la Champions a finales de octubre. Luego llegó el milagro, sí, pero después de que el equipo se centrara en sus cosas y se creyera (o nos hiciese creyentes a todos) de que se podía luchar por algo, aunque no fuera voluntad del santo patriarca singapurense que cree saberlo todo.

El equipo sabe a lo que juega cuando repasa su lección de siempre y no la quiere cambiar por una nueva. Y esto no significa que se aferre a su original y que lo que ahora hace sea una burda fotocopia: todo lo contrario, mejorar la fórmula de Marcelino es una obligación de este club si entendemos que la clasificación para la Champions debe ser una exigencia mínima por presupuesto y que conquistar un título como el de copa es posible mientras no tengas cruces de máxima complicación. Si el Valencia no aspira a superar esto es que, entonces, sí estamos ante la mayor crisis que podíamos aspirar o ante nuestro propio apocalipsis como club: ser fotocopia de un pasado perdido.

Me he propuesto, desde ya mismo, ver con algo más de benevolencia el trabajo de Celades y no sustituir su rostro por el de Lim o por el de Marcelino según vayan las cosas, porque algo que sí le podríamos reprochar es que no quisiera tomar las riendas de este equipo y se quedara parapetado en la esquina del banquillo esperando que el orgullo o el amor propio de jugadores y afición hiciese el resto. Eso sí sería un golpe bajo para sí mismo. De momento paciencia me pido, casi como un acto de contrición mal disimulado por mi necesidad de ver al equipo repuntando hacia arriba en una liga que no tiene los más ricos en su mejor momento de juego y resultados. Sí, digo a los más ricos, porque si tengo que decir a los más «grandes» ahí entra mi equipo siempre. Y todos sabemos por qué son más ricos y, sin embargo, pocos de ellos comprenden y saben por qué nosotros somos también muy grandes. Digo esto porque Sevilla, Betis, Villarreal, Celta y muchos otros son— y siguen siendo— fotocopias de un equipo como el Valencia CF, mucho más original en su estilo de juego y en su historia como club. Esto es otra cosa que Celades debería saber: no hemos sido nunca del tiki-taka, ni lo seremos; no somos un equipo de finura y toque, ni de parsimonia en la transición: el míster tiene que haber visto que nuestro sello original es ser rocosos atrás, ásperos e incómodos en la media, con calidad vertiginosa y naturaleza luciferina en ataque. Lo demás… copias simples de algo que no somos ni seremos. Toma nota de ello, tú, Celades, que todo lo ves en los entrenamientos.


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