VALÈNCIA. El tortazo en Sevilla tenía que ser escandaloso para que la figura de Pereira saliera escaldada del Villamarín y el Levante se planteara su futuro. Y lo fue. Solo queda por definir el grado de ridículo que hizo el equipo frente al Betis para valorar si la decisión de cesar al extremeño, que no llegó ayer por la noche en el club de Orriols, es urgente y obligatoria, o todavía tiene crédito para una plantilla que, en gran parte, ya ha agotado su confianza en el técnico.
Pese a que se dieron exactamente los requisitos que en el seno del club se dibujaban en la previa para plantearse realmente el futuro de su entrenador, ayer no hubo decisión oficial al respecto. Lógico si Quico Catalán y Manolo Salvador no estaban en Heliópolis para apretar algún gatillo, y eran David Navarro y Manu Fajardo los representantes de los máximos responsables con la expedición. Aún así, los que tienen que apretar el botón están calentando los dedos y las próximas horas son clave para saber si Pereira se sienta para el partido copero del jueves -una auténtica patata caliente ante un preferente- y en la próxima jornada en casa contra Osasuna.
En cualquier caso, la plantilla del Levante entrena esta mañana en la Ciudad Deportiva de Buñol, en la que pueden dejarse caer las figuras decisoras de la situación. Los números de Pereira, aunque no sea el técnico el máximo responsable de una situación deportiva general viciada desde hace tiempo, son insostenibles: a un partido del récord absoluto de La Liga de encuentros encadenados sin victoria, colista a cinco puntos de la permanencia, y con más goles en contra en siete citas en el banco (15) que el anterior cuerpo técnico en los primeros ocho duelos del campeonato (12). Y eso que el extremeño y su equipo llegaron con el plan fijado: reconstruir al Levante desde atrás hacia delante y echar el cerrojo.
Resulta evidente que Pereira no está consiguiendo plasmar su idea a pesar de lograr dos porterías a cero en su periplo en el Ciutat, algo que el Levante no conseguía desde su útima victoria el pasado mes de abril. Mientras, en la sombra se mueve la figura de un Alessio Lisci que en Buñol nadie descarta como la mano de la que echar en caso de cese del técnico pacense y que cuenta con el beneplácito de gran parte de la plantilla tras la semana que pasó junto al primer equipo.