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opinión

Peris y Rastrero

15/02/2019 - 

VALÈNCIA. A finales de 1970, el Valencia empezó a repartir, de forma gratuita, entre los aficionados que se acercaban a Mestalla una pequeña publicación en la que se ofrecían alguna de las claves del partido que se iba a jugar. Aquella revistilla, concebida a imagen y semejanza de los programas oficiales de los encuentros que editaban los clubes británicos, fue una idea de Vicente Peris, gerente del club durante más de 15 años y directivo durante más de 30, y una iniciativa pionera en el fútbol español. Peris fue uno de esos hombres que han hecho grandes al Valencia desde los despachos, como Luis Colina o Eduardo Cubells, un ejecutivo (aunque en sus tiempos esa palabra ni existiera) que modernizó el club y que introdujo en Mestalla hábitos que ahora nos parecen tan familiares como el pasodoble de Padilla que suena por megafonía para recibir al equipo o el reloj que marca el tiempo de juego. Peris murió, además, en acto de servicio, en el Camp de Mestalla, un 13 de febrero de 1972 al acabar un áspero partido contra el Atlético de Madrid. 

Hace un par de días se cumplió el cuadragésimo séptimo aniversario de aquel triste hecho, todo un golpe para el valencianismo, no solo por lo que significa la muerte de una persona de 48 años, sino también por lo que su ausencia ha supuesto en el devenir de la historia del club. En casi medio siglo desde la desaparición de Peris, el club ha dado tantos bandazos y ha cambiado tanto de proyecto institucional que el aficionado nunca sabe cuál es el propósito real de sus gobernantes. La magnitud de la figura de Vicente Peris no se mide solo por programas de mano, música a la salida del equipo o marcadores innovadores, sino que alcanza a un plan de desarrollo que había alcanzado su plenitud cuando el gerente se fue, con resultados tan tangibles como la llegada a tres finales de copa consecutivas, la consecución de una liga y una presencia notable de futbolistas del Valencia en la selección española, y que apuntaba a perpetuar al Valencia en la élite del fútbol español. 

En el año del Centenario, el ejercicio en el que todos volvemos la vista atrás para recordar el pasado de la entidad, el club no se ha acordado de una fecha tan emblemática como el 13 de febrero. Ni una mención, ni un recuerdo, en sus redes sociales, que sin embargo sí que se preocuparon de felicitar el cumpleaños a Hedwiges Maduro o de montar un pollo con el entorno del Celtic en vísperas del partido de la Europa League contra en conjunto escocés. Efectivamente, el rastrero personaje que maneja la cuenta en inglés del Valencia la volvió a liar, como ya hizo hace solo un par de meses cuando no se le ocurrió otra cosa que fingir hacerse pasar por un becario borracho durante un fin de semana para soltar tonterías en nombre del club. Ahora, el tipo este (que maneja la cuenta de Twitter del club en inglés como un pirómano gestionaría una gasolinera) no ha tenido mejor ocurrencia que trolear a Scott Brown, capitán y leyenda del campeón escocés y el futbolista más emblemático de la plantilla del Celtic desde hace 12 años. Todo porque al bueno de Brown se le ocurrió tuitear que esperaba repetir la victoria del fin de semana ayer jueves ante el Valencia. Pero el descerebrado que habla en inglés en nombre del club desconoce quién es Brown y se dedicó a trolearlo sin ningún sentido, provocando el natural enfado de los aficionados del Celtic y aumentando la leyenda de equipo antipático que arrastra el Valencia, pero esta vez por algo que no sucede en el terreno de juego. 

El olvido de la efeméride de Peris, el desconocimiento de la figura de Scott Brown y la falta de respeto a un club como el Celtic que ha sido parte de la historia del Valencia (en las dos ocasiones precedentes en las que se vieron las caras el Valencia hizo un gran papel en la competición europea) son signos de una entidad que desprecia su pasado, el principal argumento para seguir hacia adelante en cualquier empresa. El Centenario no es solo un conjunto de actos y acciones que nos recuerden que el club ha llegado a los 100 años de vida, sino el reconocimiento del orgullo por el pasado de la entidad, por aquellos que hicieron grande el Valencia y ayudaron a ser lo que es en 2019. Si no, nos convertimos en clubes como el Getafe, el RB Leipzig o el Sassuolo.

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