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OPINIÓN / OPINIÓN

Personalidad, barraca y contra

20/02/2020 - 

VALÈNCIA. Por cuestiones laborales, tuve que ver el partido del Valencia en San Siro en diferido. Y una vez visto, con todo el respeto del mundo hacia los profesionales – que saben de esto 1000 veces más que uno-sigue sin caber en cabeza humana la actitud y el plan de juego del VCF ante la Atalanta. Con perdón y sin ánimo de ofender, hasta un ciego habría visto que anoche tocaba barraca y contra. De manual. Se puede y se debe decir sin acordarse de otro entrenador, sin citar otros tiempos y sin recurrir al revanchismo, pero se debe de denunciar. Anoche el VCF tuvo tres problemas graves: el primero, de falta de pegada (tu delantero no puede fallar jamás lo que falló); el segundo, una defensa de cartón piedra (sin Paulista y sin Garay al equipo le tiembla la paletilla); y el tercero, un problema de plan, porque o el mensaje del entrenador no estuvo bien interpretado por los jugadores o el entrenador se equivocó de planteamiento.

La Atalanta, cuyo emparejamiento fue celebrado en su día, se mostró como un equipo temible. Sin tanto pedigrí histórico, con menos músculo financiero y sin tanto nombre en su plantilla, el equipo italiano demostró que se puede no ser una personalidad y sin embargo, tener personalidad. Los de Gasperini fueron superiores siendo fieles a lo que son: un equipo complicado, coral, solidario y que juega de memoria, desarrollando un 5-3-2 con el Papu Gómez como líder y dos estiletes como Ilicic y Zapata. Seguramente insuficiente para ganar esta Champions, pero suficiente para dañar a un Valencia CF lastrado por bajas demasiado sensibles, convertido en un equipo “ni-ni”: ni Rodrigo, ni Coquelin, ni Kang In Lee, ni Paulista, ni Ezequiel Garay, ni Piccini. Con la enfermería a rebosar, ante un rival mejor de lo que se dice y después de hacer lo imposible por perder, el Valencia salió de San Siro con cuatro puñaladas en la espalda. Entre otras cosas, porque en el fútbol hay tres maneras de defender: defender bien, defender regular y defender mal. Luego está, directamente, no defender, que es lo que hizo el Valencia CF, de manera inexplicable, ante un equipo que juega y deja jugar. La Atalanta golpeó en serie, el Valencia no tuvo respuesta y ahora toca escalar el Everest a pleno pulmón en Mestalla. Otra ReAmuntada. Otra vez a remolque. Otra vez toca apelar a la épica. Y ojalá suceda, ojalá pase, ojalá los que tienen licencia para soñar obtengan premio. Ojalá Mestalla sea ese caldero hirviendo de pasión en las grandes noches y ojalá el equipo, esta vez sí, sea el Valencia CF. 

Que el Valencia CF es un grande de Europa no es un halago gratuito, ni se corresponde con una opinión almibarada de bienqueda de manual. Es una verdad como un templo, refrendada con hechos: este club ha ganado Ligas, Copas, Recopas, UEFA, Copa de Feria y Supercopa de Europa, conquistando todo título viviente menos la Champions. Otra verdad compatible con la anterior, tan grande como una catedral y que no responde a una opinión fiscalizadora, es que la grandeza de los clubes se tiene que demostrar en el campo día a día, porque con la camiseta y el escudo no se gana. Exactamente igual pasa con el presupuesto, con el nombre de los jugadores o con la masa social. Ya lo decían en la tarantiniana película “Pulp Fiction”: “El hecho de que seas una personalidad, no implica que tengas personalidad”. El Valencia CF siempre ha tenido carácter, pero eso no implica que algunas veces, no sea capaz de demostrarlo. Y eso precisamente, para desgracia del valencianismo, pasó en San Siro, donde la Atalanta fue superior y el VCF quedó lastimado, relegado a interpretar el juego de contar y mostrar: no mostró nada y con eso, lo contó todo. En Mestalla, se pasa a cuartos o no, el equipo está obligado a demostrar que tiene personalidad. Salgan, luchen, compitan y dejen el alma. Nadie les criticará por no pasar, pero sí por no demostrar personalidad. Es lo mínimo que se merecen los aficionados que viajaron a Milán y volvieron preguntándose por qué nadie tiró de barraca y contra. 

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