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el italiano regresa al ciutat año y medio después de su marcha tras el descenso y la tercera mejor s

Ahora Alessio viste de traje

VALÈNCIA. Chándal oficial y zapatillas. Las Adidas azules de la suerte de Alessio Lisci, aquellas que se calzaba en la amarga carrera del Levante por escapar del destino del descenso en 2022, han pasado a mejor vida. Las deportivas han pasado a ser zapatos y ahora es el Mirandés el equipo al que el italiano trata de atar los cordones, o lo que es lo mismo, mantenerlo lejos del aliento de las posiciones bajeras de la Segunda División. No se lo tomen literal, Alessio se sigue enfundando calzado cómodo, jogger y sudadera de vez en cuando, pero ahora vuelve a Valencia con otra onda. Más hecho. Más de lo que, hace cosa de año y medio, consideró Felipe Miñambres, quien le puso encima de la mesa un contrato de Director de Metología del club para tratar de frenar su salida, una vez ya decidido su cese en el banquillo. Eso, y una especie de máster para que continuara formándose como técnico en otras plazas, y así algún día torear en la del Levante.

El romano quería entrenar. Quería oler césped y dibujar en pizarras, así que rechazó tal propuesta y se marchó sin demasiada sintonía con el director deportivo, con quien se reencontrará este sábado. El entorno del entrenador en aquel momento, el mismo que le acompañó en la reunión definitiva una mañana de mayo, entendía que, de estar quemada la bala de Alessio, ya lo estaba por la concatenación de acontecimientos que le llevaron al banco del primer equipo tras diez años en la escuela y solo una temporada y media al mando en el filial. Esto es, el inicio de curso de Paco López, la detonación del proyecto del de Silla y el fracaso coral de la decisión de firmar a Javier Pereira que al final llevaron al preparador del Atlético Levante al primer plano de manera más o menos abrupta. 

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