VALÈNCIA. “Nos conocimos en la universidad y decidimos especializarnos en entrenamiento con gente mayor”. Así narran Antonio Regodón y Alberto Serral los inicios de su proyecto ‘Añade vida a los años’ orientado a gente de edad avanzada de la comarca de Los Serranos, una zona que siempre ha estado más despoblada. La iniciativa empezó en Villar del Arzobispo y muy pronto se implantó en otras localidades cercanas como Tuéjar, Losa del Obispo o Sot de Chera. El primer paso fue hacer un estudio de viabilidad y debido a la “alta demanda en estas poblaciones”, decidieron presentar un proyecto al Ayuntamiento de Villar del Arzobispo “bastante completo y competente” en el año 2016.
Estos entrenamientos están destinados a personas mayores. Aunque también a aquellas que tengan una discapacidad neurológica y algún tipo de dependencia. “Actualmente, trabajamos con gente que tiene distrofia muscular, Alzheimer, ELA o Parkinson”, afirman los preparadores físicos. Las rutinas de entrenamiento se plantean de forma “individualizada”, estudiando cada caso y teniendo en cuenta las características personales y sus limitaciones físicas “para que la preparación sea la adecuada a los objetivos y patologías de cada persona”, responden Regodón y Serral.
De esta manera, los mayores participan en unas sesiones de entrenamiento dos días por semana –que son gratuitas para los empadronados y las financian los consistorios interesados en esta iniciativa– en las que los dos entrenadores diseñan “una planificación organizada y estructurada” que busca cumplir un objetivo. Este pasado año, la meta que se quería conseguir era la prevención de caídas. Por ello, las clases –a las que asistían entre ocho y diez personas– giraban en torno a la “mejora del patrón de la marcha y el trabajo de la fuerza” para evitar lesiones y potenciar la estabilidad en ellas.
Así, aquellas personas mayores que acuden a estas sesiones experimentan una evolución corporal que les permite poco a poco “ir ganando rango articular”, por lo que su “marcha es más fluida”, aumenta su equilibrio y seguridad y eso se traduce en “menos caídas”, explican. Sin embargo, estas clases no solo contribuyen a mejorar la salud física de las personas de edad avanzada, sino que según Antonio Regodón también ayudan a cuidar de su salud mental combatiendo su sentimiento de soledad. “Hacemos una gran labor social porque después de las clases, forman un grupo y van a tomar café”.