ALICANTE. Este martes arrancaba la segunda etapa de Quique Hernández en la presidencia del Hércules.
Según él lo hacía a petición de Enrique Ortiz y también de Juan Carlos Ramírez, el responsable de su marcha 15 meses antes (responsable por acción, por omisión lo fue el constructor).
El técnico de Anna se eregía por segunda vez en poco más de dos años en escudo humano de un Ortiz al que le aterra llegar al inicio del juicio de la pieza separada del caso Brugal en la que se investiga el presunto amaño del Plan General de Ordenación Urbana de Alicante con el club blanquiazul de cuerpo presente ante la estúpida creencia de que eso puede afectarle negativamente, influir en el juzgador.
El problema institucional del Hércules no lo va a arreglar Quique Hernández (sobre cuya duración en el cargo se hacían este martes porras en el patio de caballos del estadio José Rico Pérez) como tampoco el destino judicial de Ortiz depende de cómo le vaya al club.
Visto lo visto, lo mejor que le podía haber ocurrido al club es que el empresario hubiese cogido la puerta se largara al día siguiente de firmar la compraventa de las acciones con el fallecido Antonio Asensio. No solo no lo hizo, es que puso en marcha un primer concurso de acreedores al que seguirían luego otros dos; recompró el esatdio c colocó al club en los telediarios por
Asumo toda la responsabilidad con las lógicas reservas que