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ANÁLISIS

El arreón de la segunda vuelta llevó al Valencia a la Champions

VALÈNCIA (EFE/Alfonso Gil). El arreón de la segunda vuelta, en la que el Valencia mejoró prácticamente todos sus registros, se convirtió en la gran baza del equipo para alcanzar la próxima Liga de Campeones a pesar de solo haber estado en las dos últimas jornadas en la cuarta posición del campeonato.

Fue un remontada propia de los metros finales de un atleta que viene de atrás o del ciclista que aparece en un sprint cuando casi nadie le espera lo que dio al conjunto valenciano un premio ratificado con tres triunfos en las tres últimas jornadas.

Tras caer ante el Eibar en casa en la jornada 35, al Valencia le hacía falta sumar los nueve puntos que restaban en una campaña en la que no sabía lo que era ganar tres encuentros consecutivos.

Lo logró y con 35 puntos tras el ecuador de la competición un equipo que cerró la primera vuelta en undécima posición escaló, paso a paso, en la tabla al añadir once victorias a las escasas cuatro que llevaba a mitad del campeonato.

Redujo de once a cinco los empates que habían sangrado al equipo en una primera vuelta intrascendente y añadió épica al ascenso con tres derrotas muy cerca del final del torneo que casi convertían en inalcanzable el cuatro puesto que se había marcado el club como objetivo al inicio de la temporada.

Duplicar el número de dianas a favor y mantener prácticamente el mismo de goles en contra fue la última clave para un Valencia que consiguió lo que no acostumbraba a lograr un equipo dirigido por Marcelino: ser mejor en la segunda vuelta que en la primera.

Para alcanzar el éxito final, el técnico partió de la premisa de la dosificación del esfuerzo entre los futbolistas, que la temporada es intensa al haber llegado el equipo a semifinales en la Liga Europa y en la Copa del Rey, en las que les espera la final del sábado ante el Barcelona.

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