VALÈNCIA. En el 93 saltó el airbag. El Levante había derrapado, salido de la pista y chocado contra el muro, pero Rober Ibáñez fue la bolsa de aire. De quedar a cinco de la segunda posición que marca Las Palmas, a aupar al equipo a los cuatro puntos del territorio de ascenso directo. La diferencia no es abismal, pero sí esperanzadora: el equipo no pierde ni baja los brazos cuando la cita ya tiene dueño. Butarque celebraba la victoria del Leganés cuando los de Calleja echaron el último aliento. Es la noticia positiva de la jornada granota frente al gran punto negro: una fragilidad defensiva preocupante antes las finales que habrá de librar Orriols próximamente.
Y es que la jornada se puso tonta. Otra vez. Los motores destacados en la carrera por el ascenso sí carburaron, a excepción del Burgos -precisamente el próximo rival en el Ciutat-... y el del Levante. Ganó el Eibar, Las Palmas, Alavés y Granada, y ahora la segunda plaza no está a tiro de piedra. Aunque el golaverage con el Leganés sí está ganado -algo tremendamente importante vista la extrema igualdad del campeonato en su zona noble-, el cuadro granota no puede permitirse fallar más. Se abre un escenario de finales muy claras.