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LOS COLABORADORES OPINAN

El Valencia se fundió casi en un abrazo generalizado que va mucho más allá que el de celebrar simplemente una victoria

Vicente Bau, José María Peris, Josep Lizondo y Vicent Molins analizan la victoria del Valencia ante el Sevilla

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VALENCIA. El Valencia se reencontró con la victoria en Mestalla ante el Sevilla gracias a un gol de Álvaro Negredo en el descuento que permite al equipo de Pako Ayestarán aumentar su distancia con la zona de descenso.

Los colaboradores de Plaza Deportiva analizan el encuentro:

VICENTE BAU

UNA DELICIA

Curioso. Un buen Valencia necesitó casi un gol de potra para llevarse el partido. Los tres puntos que otorgaron ese gol de Negredo al término del duelo le sirven al conjunto de Ayestarán para casi definir la salvación y especialmente para que los jugadores empiecen a creer en su fútbol y en su juego. El Sevilla es un equipo potente que este Valencia repleto de dudas hasta ayer logró arrancarle los tres puntos gracias a una buena intensidad de todos sus hombres. Por momentos parecía que el empate sevillista correspondía más a un guión mal escrito que a lo sucedido sobre el campo. El Valencia fue claro merecedor de la victoria. La suerte, en esta ocasión, dio la espalda al equipo que menos la mereció. Los tres puntos le sirven al Valencia para casi salvar la categoría y le sirven a Pako para demostrar que con un trabajo profesional y decente se ganan los partidos. El Valencia, cuando el árbitro indicó el final del duelo, se fundió casi en un abrazo generalizado que va mucho más allá que el de celebrar simplemente una victoria. Ayer el Valencia ganó... sí, cierto. Pero hubo muchas más. Ayer despertó un equipo que andaba dormido todo el año y eso se demostró en la alegría de los futbolistas al final del duelo. El Valencia sí que existe. Tiene alma. Un alma que ayer atesoró el abrazo de los propios futbolistas con su propia afición. Y eso, francamente, es mucho. Una delicia. Y merecido.

JOSÉ MARÍA PERIS

Vaya. Esto es una novedad. Se ha jugado bien en la mayoría de momentos, se ha tenido la dosis necesaria de fortuna para que se decantase el partido a favor y se ha conseguido una victoria que va a servir para mejorar, tanto matemática como anímicamente. Y algunos jugadores van a tener una semana placentera en la que reforzarse para afrontar el tramo final de la temporada. Que esto no se ha acabado todavía. Por mucho que la victoria al Sevilla nos ponga más que a Jabois las cabalgadas de Marcelo contra el Barça, el pescado no está vendido. Sigue siendo jodido y sigue la matemática asomándonos al abismo. Pero los pasos atrás nos hacen respirar un poco. Viendo un equipo que corre. Viendo al compañero que se mueve para facilitar el pase a quien tiene la pelota. Viendo anticipación defensiva y a Barragán lanzar pocas folhas secas invertidas. Un par, concretamente. El equipo ha de ofrecer eso para que el público arrope. Y no al revés. Y el listón es bajo. Es tal la incondicionalidad de la grada que, a la mínima, se dejará la voz. Como una quinceañera enamorada, a poco que le des, la tendrás para siempre. Ahora tienen toda la semana para parar al bicho que viene. Que llegará picado por la eliminación o crecido por el pase. Y nosotros ahí, sintiendo el calor desde Madrid porque, la semana que viene, sí irán con nosotros. Disfrutemos de este momento.

DESMEMORIATS

Es terrible comprobar el pésimo fondo físico del Valencia, incapaz de aguantar 90 minutos medio entero. Hoy, supongo, es día de darlo todo por bueno, pero ante tanta campana al vuelo conviene recordar que la semana que viene, según resultados, se puede perder lo que se ganó hoy y volveremos a estar como a las 16h, aunque con menos jornadas por delante. Faltan sumar tres o cuatro puntos para evitar tribulaciones finales, porque entramos en esa zona rara donde entran en juego asuntos extraños y los puntos empiezan a aflorar como setas donde hasta ahora no crecía ni la mala hierba. El partido fue como el año. El Valencia mereció irse al descanso con mucho más que un gol de ventaja, y no quedó lejos de cerrar el encuentro con un triste punto, o incluso con ninguno. La fragilidad es terrible y por ello es aconsejable no dar a este grupo por salvado, no hace falta mucho para desmontarlo y que todo salte por los aires. Dudo mucho que ante un rival de más exigencia y sin distracciones se hubiera sacado adelante el encuentro en la segunda mitad, fruto del desplome habitual que evidenciamos jornada tras jornada a partir del minuto 55. No caigamos en el olvido, este curso no se puede olvidar, jamás. De este curso hay que sacar lecciones, muy valiosas y muy profundas. O volveremos a las andadas, y esta vez puede que no nos valgan avatares en tuiter ni pancartas, ni Negredo consiga anotar un churro en el descuento.

VICENT MOLINS 

Debe haber sido la presencia de Lim en Mestalla -dando la cara en los momentos chungos como siempre- lo que ha insuflado moral a la manada. Eso y que el camp, en una semana donde por fin se fue consciente de la realidad, ejerció de palanca para cambiar el estado de ánimo que envolvía al equipo. En lugar del aletargado, apareció uno hambriento y sabedor de lo que hoy se disputaba. Ese tono ambiental de final era un buen augurio. Qué bien hace Mestalla cuando en lugar de dejarse llevar por su equipo débil se empeña en que el once se deje llevar por ellos. Todo pudo truncarse en una segunda parte mala donde el bajón físico preceptivo coincidió con la vena experimental de Pako colocando a André y Parejo por banda. Es pura poesía que un delantero que ya no tiene nivel para ser el 9 del Valencia dé el gol más importante de los últimos meses. El akelarre, la unión, contribuyó a la victoria. A partir de este pequeño chute de oxígeno ojalá algo de lucidez para reconstruir un proyecto insospechado.

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