VALÈNCIA. El Levante ha aterrizado "frito" en Granada. El cúmulo de bajas golpea a una plantilla corta que ya ante el Deportivo, el pasado jueves, acabó físicamente rayando límites. La temporada ha sobrepasado la etapa del tanteo y Julián Calero mantiene firme el discurso sobre el abstracto objetivo: el de, llanamente, competir por navegar de forma constante en la zona noble de la tabla. Y a partir de ahí, se verá. Este domingo, se enfrenta ante todo un renacido. El Granada de, ahora, Fran Escribà es la escuadra con mejor dinámica de la categoría y Los Cármenes, ahora mismo, un bastión inexpugnable. Una plaza complicada donde torear y sacar fuerzas de flaqueza. La gestión de esfuerzos tras el fin de la mala racha en la jornada intersemanal será clave. Y el encuentro, se las trae. 

No obstante, el momento es idóneo para dar un puñetazo contundente sobre la mesa. Tras la cita de esta noche, el Levante tendrá más de una semana de descanso hasta recibir al Málaga el próximo lunes. Ese reposo sabrá mejor con una victoria bajo el brazo, máxime cuando sería ante el rival a batir, junto al Racing, de este momento en Segunda. Tres puntos, además, valdrían para superar a los nazaríes en la tabla y, posiblemente, volver a las posiciones de ascenso directo. Una derrota serviría para lo contrario: muy posiblemente, salir de la promoción y volver a buscar la reacción en la fecha próxima. Es el partido de la jornada.

Lo positivo en clave granota es que, de entre los caídos, regresa Jorge Cabello. No se prevé el de Telde sea titular, pero al menos sí arropará un fondo de armario desnutrido, sobre todo, en la parcela defensiva. Sin Pampín, Iborra, Algobia ni Brugui, pero con el también regresado Oriol Rey tras cumplir sanción por acumulación de amonestaciones, el gran foco del once ilumina las rotaciones. Morales podría dejar paso a una dupla de ataque formada por Romero, en estado de gracia, y Fabrício, en la que sería su primera titularidad del curso. Pablo Martínez, que pidió el cambio el jueves, y Andrés García, también podrían empezar desde el banco. Es el once más indescifrable de Calero.