VALÈNCIA. El fútbol es el deporte rey por excelencia, pero en su vertiente femenina persisten los obstáculos que han frenado su reconocimiento profesional a lo largo de los años. A pesar de ello, su crecimiento ha sido notable. En 2021, la Liga F se profesionalizó, asegurando un salario mínimo y mejores condiciones para las jugadoras. Un año después, en 2022, se batió el récord de asistencia en un partido de la Champions League femenina, cuando 91.553 espectadores llenaron las gradas del Camp Nou.
No obstante, la Primera División femenina sigue luchando por consolidarse en términos de visibilidad y derechos, a diferencia del fútbol masculino, que acapara la mayor parte de los recursos y la atención mediática. En ese sentido, clubes como el Valencia CF, Levante UD o Villarreal CF femenino trabajan para impulsar sus secciones, aunque enfrentan barreras en infraestructuras y presupuestos.
Con machismo y pantalones cortos
Mientras que en Inglaterra, en 1966, las mujeres ya jugaban e incluso competían en la Copa del Mundo, en España el fútbol femenino no se oficializó hasta 1971, y en la Comunitat Valenciana hasta 1998, con la creación del Levante UD femenino.
Durante la década de los setenta se estrenó la película Las Ibéricas F. C., dirigida por Pedro Masó, que atrajo a un millón de espectadores a las salas de cine, ya que está protagonizada por un equipo de fútbol de mujeres cuyo atuendo era una camiseta ceñida y escotada y un short vedete, con el objetivo de mostrar el cuerpo de las actrices.
Las futbolistas eran consideradas un ‘producto de placer’ para los hombres, incluso después de que la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) reconociera oficialmente el fútbol femenino en 1980. A pesar de ello, su desarrollo fue muy lento, no había inversión ni cobertura mediática seria. Se trataba de una modalidad considerada por muchos sectores de la sociedad como una “exhibición”, y la prensa de la época lo informaba con un tono burlesco y sexualizado.
Tere Saurí, pionera del balompié femenino y primera jugadora en ostentar la capitanía del Levante UD Femenino, afirmó que el fútbol "no es más que el reflejo de lo que pasa actualmente en la sociedad" al recordar las dificultades con las que se encontró en sus inicios. Todas aquellas que quisieran jugar en el terreno de juego debían entrenar "en los peores horarios" y "teníamos que pagarnos los desplazamientos en autobuses e íbamos con bocadillos porque nos pagábamos nuestra propia comida", explicó.

- El Levante UD Femenino en 1998. Imagen de archivo. -
- Foto: LEVANTE UD
Con el paso del tiempo, el creciente número de equipos y competiciones ayudó a cambiar esta percepción. Un hito clave fue el reconocimiento oficial del primer Mundial femenino en 1991, celebrado en China con el nombre 1st FIFA World Championship for Women’s Football for the M&M’s Cup. Asimismo, en 1996, el Comité Olímpico Internacional (COI) incluyó el fútbol femenino en los Juegos Olímpicos de Atlanta, marcando un momento histórico para las futbolistas.
Los obstáculos siguen (y no se van)
Más allá de su sexualización, las españolas han enfrentado múltiples desafíos en su día a día. Uno de los casos más sonados es el de Ignacio Quereda, seleccionador del combinado español desde 1988 hasta 2015.
Bajo su dirección, las futbolistas vivían en los vestuarios una realidad muy distinta a la que percibía el público. Varias exjugadoras lo describieron como una persona "déspota", cuyo trato afectaba la autoestima y el rendimiento de las jugadoras. Y es que durante años ha sido acusado por criticar el físico de las futbolistas: “Gorda. Adelgaza. No puedes ni correr. A ti lo que te hace falta es una guindilla por el culo”; pero también por sus comentarios homófobos hacia unas mujeres que lo único que querían era jugar al fútbol.
Tras una carta de las jugadoras exigiendo su dimisión, en 2015 fue relevado por Jorge Vilda, quien también protagonizó controversias por su gestión. A pesar de que la selección logró el título mundial en 2023, las tensiones internas continuaron, culminando en el escándalo del Caso Rubiales, que expuso los problemas estructurales de la federación.
A pesar de ser una de las mejores selecciones femeninas, las sesiones de entrenamientos se realizaban de la misma manera, tanto para las inferiores como para la absoluta. Además, en las concentraciones debían tener las puertas de las habitaciones abiertas y no tenían un día libre en el que disfrutar de ellas mismas.
Los cambios empiezan...y una parte en Valencia
La Liga F se profesionalizó en la temporada 2021-2022, convirtiéndose en la Primera División de Fútbol Femenino Profesional. Sin embargo, no fue hasta la siguiente campaña cuando se denominó oficialmente Liga F y comenzó a gestionarse de manera independiente, con mejoras en contratos, condiciones laborales y derechos de imagen.

- El ex seleccionador, Jorge Vilda; la jugadora, Ivana Andrés; y el ex presidente de la RFEF, Luis Rubiales. -
- Foto: A.PÉREZ/EP/AFP
Este fue un paso clave para su evolución, aunque las jugadoras siguen denunciando desigualdades salariales. Con la nueva denominación, dejaron de percibir apenas 27 euros diarios para contar con un salario mínimo de 16.000 euros anuales, cifra que aumentará progresivamente hasta los 23.500 euros en la temporada 2025-2026. No obstante, la brecha sigue siendo evidente si se compara con el salario mínimo de la liga masculina, que asciende a 182.000 euros al año.
Por otra parte, el fomento y la promoción ha sido fundamental en el fútbol femenino, tanto a nivel nacional como regional. Es el ejemplo del proyecto Valenta, de la Federación de Fútbol de la Comunidad Valenciana (FFCV), con el cual se han creado categorías formativas, y se han llevado a cabo la promoción en colegios y la organización de eventos específicos: “El objetivo principal es mostrar el fútbol femenino a través de bloques deportivos, de fomento y promoción, comunicación y visibilidad, etc.”, explicó José Andrés Menchero, director del proyecto Valenta.
Con ello, la federación valenciana ha logrado aumentar a “casi 700” la cifra de equipos, de manera que desde pequeñas, las niñas puedan entrenar en buenas condiciones y profesionalizarse: “Antes un femenino entrenaba a última hora de diez a once de la noche, ahora los clubes tienen su línea con todo tipo de recursos”, aseguró.