VALÈNCIA. Dice Julián Miralles que tiene una fotografía que ha ido cogiendo valor con el paso del tiempo. Es de 2011, de cuando Nico Terol ganó el Mundial de 125 cc. Y ahí están él y Rodrigo Rato, que fue quien entregó el trofeo, rodeados de pilotos. Además de Terol hay otros dos campeones del mundo: Jorge Martínez 'Aspar' y 'Champi' Herreros. Pero, por detrás, se ve a otros críos por ahí, chiquillos que entonces conocían muy pocos, que también acabaron convirtiéndose en campeones del mundo.
Uno de esos aprendices era Joan Mir, quien el domingo, también en Cheste, se proclamó campeón de MotoGP, la cumbre del motociclismo. Joan y Julián se abrazaron dos veces. El piloto mallorquín quiso agradecerle al maestro todo lo que le enseñó cuando estuvo en la Cuna de Campeones, la prestigiosa cantera del Circuito Ricardo Tormo que dirige desde hace 21 años Julián Miralles.
El director de la Cuna de Campeones es de Alberic. Y eso, nacer en ese pueblo de La Ribera de 11.000 habitantes, marcó su vida. "Es un sitio muy motero y tiene un moto club muy potente", aclara. Con ocho o nueve años empezó a frecuentar, sobre todo en verano, el taller de un tío suyo, donde terminó de hacerse adicto a la gasolina y al aceite.
Los fines de semana salían de excursión. Se subían todos a una furgoneta y seguían a los pilotos del pueblo, como Vicente 'El Molinero' o Bernat Martínez, el padre de un chaval nacido en el 80 que llegaría a correr en Moto2 y en Superbikes, y que, desgraciadamente, falleció en 2015 en un accidente en el circuito de Laguna Seca.
El vehículo era más bien modesto, puesto que viajaban en una Formichetta (en italiano, la hormiguita), un 600 convertido en mini furgoneta. Y en ese trasto, el pequeño Julián, que prácticamente no había salido de Alberic, sentía que emprendía un largo y emocionante viaje por España, cuando, en realidad, no iban más que a Cartagena, veían la carrera y volvían.
Cada salida enganchaba más y más a Julián, que soñaba con ser algún día como Bernat, El Molinero o José Vicente Blau, pues abundaban los buenos pilotos en Alberic. "¡Si había 18 pilotos en un pueblo de 11.000 personas! Y creo que diez llegaron a ser campeones territoriales. Eso es una barbaridad. No hay otro pueblo igual; somos una potencia mundial".