VALÈNCIA. El Levante regresó este martes a los entrenamientos después de la primera derrota de la 'era Calleja' con un objetivo primordial a cortísimo plazo: vencer y convencer este domingo. El Albacete ha de ser quien pague los platos rotos de la contundente derrota en Huesca y, aunque la caída haya dejado dudas acerca del avance del equipo hacia las plazas de ascenso directo, la personalidad es lo último que se pierde. Supondría un baño de autoestima ganar la próxima jornada a un rival que también pelea en las posiciones de promoción e incluso por los dos primeros lugares de la tabla, dada la hora punta que existe en los seis primeros huecos de la Segunda División. El Albacete, de hecho, podría acercarse a solo un punto de los granotas en caso de conquistar Orriols y eso el vestuario lo sabe. Y se siente preparado.
En la plantilla granota se respira calma y confianza después del tropiezo. Los 12 partidos que le restan al campeonato antes de los playoffs se afrontan como auténticas finales en una temporada que va camino de convertirse en una de esas excepciones en las que se han necesitado 80 puntos para consumar un ascenso. Restan 36 por disputar y el Levante debería sumar 26 para alcanzar tal cifra. Quizá más para asegurar la cabeza. Las cuentas están claras: hay que ganar, mínimo, la mitad de esa docena. Incluso superarla. Aunque alguno haga números, nadie quiere hablar de nada que no sea sumar de tres y cambiar la imagen de El Alcoraz este próximo domingo.