VALÈNCIA. La pandemia de la Covid-19 sigue causando estragos en el mundo del deporte. Múltiples sectores como la economía, el ocio, la educación y la sanidad se han visto afectados en los últimos meses; y el deporte no ha sido ajeno a la problemática causada por esta crisis sanitaria sin precedentes en nuestra historia más reciente.
Un repunte de casos positivos ha obligado a varios municipios de la comarca de La Safor a endurecer las medidas e intensificar los controles de aforo para frenar la expansión del virus. Los 25.000 habitantes de Oliva han visto cómo su tradicional mercado navideño fue suspendido y otros eventos también se cancelaron. En el ámbito del deporte, se decretó el cierre de las instalaciones deportivas y la consecuente paralización de este tipo de actividad en la localidad. Se trata de una medida, que a pesar de su carácter necesario, afecta a todos los clubes deportivos locales, como la Unión Deportiva Oliva.
El fomento del deporte infantil a pesar de la pandemia
Una de las principales consecuencias de la Covid-19 en esta agrupación deportiva ha sido el descenso de matriculaciones en su escuela de fútbol base, ya que debido a la desconfianza de los padres y madres y el miedo a un posible contagio ha habido entre cuarenta y cincuenta alumnos menos. “Al principio notamos que habían menos niños y niñas”, asegura Pedro Balaguer, el coordinador deportivo de la U.D. Oliva, aunque con el paso de las semanas se observó una tendencia al alza y más escolares se apuntaron al percibir un menor peligro al contagio.
La premisa del club fue en todo momento “respetar la decisión de aquellos padres y madres” que deciden que su hijo o hija no continúe en la escuela. “Les dejamos un poco de tiempo para que se den cuenta que el riesgo es mínimo y después tratamos de hablar con ellos y convencerlos, siempre desde el respeto”, afirma el coordinador.
Así, desde la U.D. Oliva se puso especial énfasis en que este parón en la actividad deportiva no se convirtiera en una excusa para que los niños y niñas abandonaran el fútbol. Según Balaguer, hay dos tipos de alumnado en la escuela: en primer lugar, aquellos que son “futboleros” les gusta el deporte y seguirán jugando a pesar de todo; y luego, aquellos que lo practican porque sus amistades también lo hacen o por imposición paterna. Este último grupo es el que corre un mayor riesgo de “cambiar el deporte por la consola” y acomodarse, de este modo, en los malos hábitos, la alimentación no saludable y el sedentarismo.
Por este motivo, el coordinador califica de error “quitar a un niño del fútbol, pero no llevarlo a otro deporte” por temor al virus, ya que existen otras disciplinas de carácter individual como el atletismo o el tenis en los que la posibilidad de contagio es más baja y lo más importante es que “los niños, que son la sociedad del mañana, se formen en los valores que se adquieren al practicar un deporte”, manifiesta.
La transmisión de los valores del deporte para mejorar la sociedad
El compañerismo, la educación, el compromiso con el equipo o el respeto hacia los compañeros, el entrenador y el árbitro, son algunos de esos valores deportivos que la escuela de fútbol base quiere inculcar a su alumnado. Asimismo, Balaguer resalta la importancia de enseñar a las generaciones más jóvenes a aceptar la victoria, la derrota y el empate. “Perder no es una vergüenza, lo que no es correcto es no hacer todo lo que puedes”, declara.