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Los héroes de los ascensos nunca se olvidan

ALICANTE. Hace unos días intenté expresarle a una amiga que no es alicantina lo que significa ser del Hércules. No pude expresarme con mucha claridad. Recuerdo que le dije: "Puede parecer una tontería, pero el Hércules es muy importante para mi familia".

El equipo de la ciudad es siempre un motivo aglutinador. Provoca la unión de miles de personas coincidentes geográficamente alrededor de una misma idea: "Esta tarde hay que ganar como sea". El hombre de la fila 12 puede estar enfermo, el joven de la fila 23 puede estar pasando un mal momento personal o la chica de la fila 7 puede haber perdido su trabajo esa misma semana, pero cuando el árbitro pita el inicio todo lo demás no importa.

Yo comencé a ir al fútbol con tres años con mi padre, mi abuelo y los vecinos del séptimo. He visto al equipo en Segunda B, en Segunda A y lo he visto alcanzar la gloria subiendo a Primera División. Después del partido de Las Gaunas ha sido inevitable no acordarme del primer ascenso que pude presenciar. Fue hace 14 años, yo tenía 7 recién cumplidos y aún sin ser consciente del todo por aquel entonces de lo presenciado, lo recuerdo con cariño.

Esto significa muchas cosas, pero uno de estos significantes es la cultura. Si desde la juventud prematura se inculca un sentimiento hacia unos colores, en este caso el blanco y el azul, el equipo de su ciudad formará parte la vida de esa persona, probablemente, para el resto de su vida.

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