VALÈNCIA. No tocar lo que funciona. Es la idea que ahora mismo sobrevuela la Ciudad Deportiva de Buñol. La recuperación de piezas invita al optimismo en cuanto a una posible reestructuración de esquemas y de incluir matices en la idea de juego mantenida durante la pasada semana... pero será, en principio, a futuro. El encuentro de San Mamés aparece en el horizonte con una importancia extra después de los inesperados cinco puntos recortados con la permanencia y los siete de diferencia con el Granada que, en caso de perder esta tarde contra el Valencia en Mestalla, podrían convertirse en cuatro si los granotas logran completar la complicada tarea de triunfar en La Catedral. Además, el Athletic llega herido tras tropezar en su camino a la final de Copa y en Buñol se debate la conveniencia de tal derrota para los intereses levantinistas de este lunes.
Aunque Alessio Lisci insista en no mirar la tabla clasificatoria, los resultados externos alimentan la ilusión en la escalada y, a todas luces, forman parte del repunte de confianza de la plantilla. En cualquier caso, el intento de mirarse al espejo propio y no en el de otros está surtiendo efecto al Levante. También la idea de mantener la defensa impar y ajustar el orden exhaustivo que el italiano quiere para su defensa. Solo así le ha ido bien al cuadro granota esta temporada, a diferencia de lo ocurrido en los éxitos más cercanos. Es por eso que los ensayos para sacar números de San Mamés pasan por el mismo plan que conquistó el Metropolitano. La entrada de Vezo en el once y el movimiento de piezas en la delantera son los focos de hoy en el planteamiento de cara al duelo.