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Mehdi Nafti: una pretemporada clave y al disparadero a las primeras de cambio

VALÈNCIA. Mehdi Nafti dijo adiós al Levante en la noche de este lunes tras nueve jornadas a cargo del primer equipo, que clasifica ahora mismo décimocuarto en la tabla de Segunda División y a solo dos puntos por encima de los puestos de un nuevo descenso de categoría. La racha de un punto de los últimos doce acabó de cortar la cuerda floja sobre la que caminaba el franco-tunecino. Nueve partidos ha durado el proyecto que confeccionó Felipe Miñambres y que ha pillado al astorgano en medio de una dura pérdida personal. Los tiempos del club y la ausencia del director deportivo por causa de fuerza mayor llevaron a Nafti a dirigir el entrenamiento mientras se encontraba en el mismo disparadero, después de las distintas convesaciones que se produjeron en el Consejo.

La pretemporada fue clave para el franco-tunecino. Cogió las riendas del equipo casi un mes después de que Alessio Lisci rechazara la oferta del club para ser Director de Metología y para continuar dentro de la entidad su aprendizaje como entrenador, una propuesta que anunció este periódico y a la que el italiano dijo 'no'. Desde entonces, una serie de decisiones comenzaron a pesar en sus directrices ya desde el mes de julio. Nafti ha repetido en diferentes ocasiones que no cree en los sistemas e intercaló distintos dibujos en el período estival, entre ellos una especie de 5-3-2 que no acabó de convencer al vestuario. Fue el esquema con el que inició La Liga y que, al paso de las dos primeras jornadas sin resultados positivos, intentó enmendar. 

La defensa de cuatro regresó al Ciutat después de un curso anterior con los tres centrales como dibujo preferido en retaguardia y cogido con las pinzas de las circunstancias de la plantilla, que había bajado sobremanera su rendimiento y que trataba de arañar puntos a la desesperada para salvar la categoría en el último suspiro. Los vaivenes de Mehdi Nafti desembocaron en un paso adelante efímero del grupo. Se ganó al Tenerife, pero se repitieron las "sensaciones extrañas" -como el propio Nafti había vaticinado- en Oviedo. La goleada al Villarreal, que bien pudo acabar en susto tras un buen puñado de minutos titubenates del equipo, solo fue el oasis de un desierto provocado por una idea de juego a la que le faltaron varios puntos de cocción desde meses atrás.

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