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Pinta bien

Intento mantenerme comedido en mis valoraciones y pensamientos. Pero cuesta mucho. Mi 'ilusiómetro' con el Elche ha alcanzado su máximo esta temporada. Este equipo desprende aroma a éxito. Tras 31 jornadas en Segunda, en este momento sólo veo al Real Zaragoza a un nivel superior. Hablo en cuanto a regularidad de resultados, juego mostrado, trabajo táctico, confianza…y sensaciones. Esa palabra tan utilizada por Pacheta. Enlazar siete jornadas en zona de 'play-off' no es casualidad. Y con 46 puntos, la permanencia está casi sellada a once semanas del final de la Liga regular. Esto pinta bien.

La victoria contra el Rayo Vallecano (2-3) te la firman conjuntos destinados a hacer cosas grandes. Si las ves desde la imparcialidad, piensas: "Este equipo va lanzado hacia el ascenso y a ver quién lo para". Por la forma de conseguirla, levantándose de las adversidades. Por el momento, ya en el último tercio del campeonato. Y por la entidad del rival, un claro candidato a subir que acumulaba tres meses sin perder.

Y mira que el panorama era poco halagüeño para los franjiverdes al descanso. Derrota por 1-0, con un penalti desafortunado, y dando gracias por Edgar Badia. Juego incómodo y poco fluido, en parte por el buen planteamiento de Paco Jémez. Perdieron a su referencia ofensiva, Jonathas, por problemas físicos. Y para colmo, sufrieron un arbitraje desquiciante, con una posible roja perdonada a Advíncula. Sigo sin explicarme por qué el VAR ni se detuvo a revisar el codazo a Manolín.  

En la segunda mitad, llegó la reacción fulgurante para la remontada. Con el plan A. Otra vez con los dos 'pequeños' arriba. Con un juego con balón de quilates para un conjunto con el quinto presupuesto más bajo de la categoría. Ahí se ven los mecanismos trabajados. La elaboración del 1-1 y el 1-3 son para analizarlas detenidamente y ponerlas en escuelas de fútbol. La soltura. Los movimientos con la pelota con sentido. La interpretación de los espacios. Saber las virtudes de los jugadores y adaptar el modelo de juego para explotarlas. Aquí hay que darle mucho mérito a Pacheta.

Ver a Fidel recibir por dentro, conducir y abrir a Juan Cruz en posición de centro lo hemos visto varias veces. Automatismos que funcionan, aunque los estudien los rivales. La conexión de la banda izquierda originó el 1-1, marcado por Óscar Gil. Servicio del lateral zurdo y remate del diestro en el área. Siempre es una alegría que un jugador anote con el equipo de su ciudad.

Y en el 1-3, todo comienza con una larga posesión. Moviendo la pelota de lado a lado, con paciencia y criterio esperando el momento del zarpazo. Llegó cuando Iván Sánchez recibió otra vez en campo propio y dio un pase bombeado que superó dos líneas. Josan recibió fresco en carrera y puso el centro raso que Escriche sólo tuvo que empujar. El pase del jienense y el control del crevillentino son de una calidad excelsa. Y entre el primer y el último gol del Elche, ocurrió la expulsión del rayista Isi que allanó el camino y el tanto que el portero Dimitrievski regaló a Pere Milla. Hubo sufrimiento final con el 2-3, pero los tres puntos vinieron a la ciudad de las palmeras.

Más allá de lo resumido del último partido, hay otros aspectos que alimentan la candidatura del Elche al ascenso a Primera. Sí, porque se ha ganado el cartel de candidato. La competitividad en cada encuentro, reponerse a los contratiempos. Y una plantilla muy unida y con mayor profundidad tras el mercado invernal.

En un partido muy importante y difícil, Pacheta dio continuidad al once del triunfo ante el Numancia (2-0). Dejó en el banquillo a tres piezas de la habitual columna vertebral: Gonzalo Verdú, Ramón Folch y Nino. Mandó el mensaje de que aquí nadie debe sentirse indiscutible.

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