APELDOORN (PAÍSES BAJOS). Las jornadas de tarde son una fiesta en el Omnisport Arena de Apeldoorn. Los focos deslumbran a los espectadores, que gritan, animan y son felices viendo el atletismo. La música atruena desde los altavoces del estadio. Pero a veces, muy pocas veces, todo se queda en silencio. Sucedió tras el último salto de Fátima Diame. La valenciana necesitaba saltar 6,88, justo el récord de España de Niurka Montalvo, su descubridora, para subir al podio del Europeo, y ese último brinco parecía muy largo. La gente enmudeció. Se paró la música. Y toda la atención se centró en Diame y en el marcador donde iba a salir la marca. Al final fue 6,73, igual que la marca que hizo en el segundo salto, y se quedó en una digna notable posición.
“Pensaba que había sido mejor y ha sido una bajona, pero estoy feliz después del invierno tan duro que he tenido -sufrió un edema óseo en el talón que le obligó, incluso, a cambiar la pierna de batida y saltar con la izquierda-. Tenía la sensación de que había hecho el 6,88, no ha sido así pero al menos he hecho la mínima para el Mundial en pista cubierta y creo que este invierno estoy para batir el récord de Niurka incluso con la pierna izquierda”, explicó la pupila de Iván Pedroso.
Un día antes, mientras Ana Peleteiro celebraba su medalla de oro, su amiga y compañera de habitación velaba armas antes de su final de este sábado. Su relación es excelente y la gallega intentó motivarla nada más despertarse. “Esta mañana me ha puesto el himno del Celta, que ya me lo he aprendido, somos uña y carne, siempre estamos juntas y nos apoyamos mutuamente, y ayer me dio un chute de adrenalina, así que siempre juntas”.
La medalla de oro se la llevó la italiana Larissa Iapichino (6,94), la plata para la suiza Annik Kälin (6,90, mejor marca personal), y el bronce para la alemana Malaika Mihambo.