VALÈNCIA. Vuelta al cole, un día de reencuentros. Paco López, Morales, Roger y la hinchada granota compatirán de nuevo ecosistema, Julián Calero se presentará en el Ciutat y Orriols pasará página con el anhelo de volverle a dar la mano a la felicidad. Esta tarde huega el Levante. Se enfrenta a un Cádiz que, a pesar de ser uno de los huesos de la Segunda División por su condición de recién descendido, aterriza en Valencia como un animal herido. Los amarillos se llevaron un doloroso 0-4 en su estreno liguero en casa, ante el Zaragoza, y eso le otorga un punto extra de peligro en una categoría que esta temporada presenta principios de esquizofrenia. 

Y, para locura, la que gestiona el Levante en torno a las inscripciones. La dirección deportiva continúa a la carrera por registrar a alguno de los cuatro jugadores que están por incluir en competición: Iborra, Rober Ibáñez, Pampín y Alfonso Pastor. El club pelea por que al menos uno de los cuatro pueda ser novedad en la lista que se conocerá, en principio, antes del encuentro. Los que no estarán a ciencia cierta son Pablo Martínez, que permanece en el grupo pero a expensas de una salida que se cerrará esta próxima semana, y Fabrício, el único hombre en el dique seco. 

Con esas armas, Calero pretende dar continuidad al oficio y el buen hacer de Gijón. Lo de la pasada semana ilusiona a la parroquia granota, no solo por el qué sino por el cómo. El Levante ganó en una plaza complicada y lo hizo tirando de destellos de calidad y de una inteligencia desconocida el pasado curso. El once de este sábado tendrá pocos cambios respecto al del domingo. Quizá Algobia o Dela podrían reemplazar alguna pieza en el centro del campo o de la zaga, respectivamente, aunque todos los caminos llevan a repetir alineación.