VALÈNCIA. El traspaso de Pablo Martínez no tiene remedio. Al menos, de momento. El Levante necesita, como mínimo, una venta importante en las dos semanas que restan de mercado, y el capitán es la pieza franquicia, la venta de la que mayor tajada puede extraer el club y, además, una salida con la que se contaba antes de abrir la ventana de transferencias. La dirección deportiva no solo contemplaba el traspaso del madrileño sino que también controlaba el hecho de alcanzar los últimos días de agosto con el futuro del centrocampista todavía en tela de juicio. Con lo que no contaba Felipe Miñambres era con hechos acaecidos en las últimas semanas, como la caída del traspaso de Marc Pubill -que iba a dejar en las arcas de Orriols un montante trabajado el pasado verano- o la incapacidad de, por el momento, colocar a otras piezas mucho más prescindibles para el entrenador.
Porque Julián Calero sí cuenta con Pablo. Así lo ha hecho ver durante la pretemporada -en la que el madrileño ha sido el mejor- y así lo ha trasladado a la cúpula de la entidad granota. El técnico preparó la cita inaugural en Gijón con su '10', pero la jungla de inscripciones en que se ha convertido el arranque del campeonato de Liga para casi todos los clubes acabó con Pablo quedándose en tierra. No viajó a Asturias y no fue inscrito porque el Levante quiere -y necesita- traspasarle. Es, por ahora, la venta más próxima, por más que Calero desee contar con él. En cualquier caso, el expreparador del Cartagena conoce la situación y sabe que es probable que el futbolista haga las maletas.
Aunque la entidad del Ciutat se niega a 'malvender' a Pablo Martínez -se habla de que las ofertas por él superen los 4 millones de euros-, es de momento la única operación importante que mantiene activa en la rampa de salida. Sin Tregua informó este domingo de que esta misma semana, Felipe Miñambres se reunirá con dos clubes de Primera que apuestan, hoy, por la incorporación del jugador. De momento, los intereses que han trascendido son los del Valladolid -cuya intentona, según ha podido conocer este diario, se considera todavía insuficiente-, el Valencia -cuyo ataque definitivo por Pablo estaba supeditado a la salida de Javi Guerra, ahora paralizada- y el Rayo Vallecano -equipo que tuvo a Pablo en órbita ya en junio, pero que detuvo la operación hasta bien entrado el mercado-.
Efectivamente, la salida de Pablo es, como admitió Calero tras la victoria en El Molinón, "una cuestión económica". Y un asunto capital, necesario para el club, que vive ahogado por un ajustadísimo Fair Play Financiero. Además de Pablo Martínez por decisión de club, cuatro futbolistas más quedaron fuera de los registros de la competición para el estreno liguero: Iborra, Pampín, Rober Ibáñez y Alfonso Pastor. Excepto al meta, a todos ellos se les atribuye algún problema físico por el que el club prefirió priorizar esfuerzos económicos a la hora de inscribirles en competición. Sin embargo, el Levante debe dar salida o esperar un nuevo chute económico por el 'caso Pubill' para avanzar en esta materia. Mientras tanto, se sigue a vueltas con Pablo Martínez: el club le subasta en busca de ofertas que arrojen luz a su delicada situación económica y estudiar refuerzos de últma hora para la defensa.