VALÈNCIA. Con la delantera en cuadro, el farolillo rojo a cuestas y el tembleque del que visita un lugar del que nunca ha salido airoso. El Valencia juega esta noche en el Metropolitano, con su bagaje de 1 de 12 en la mochila y en medio del túnel del terror en que vive inmerso desde finales de la pasada temporada. Baraja tiene un deber: el de despertar a los suyos su tremendo letargo y el de gestionar, por si fuera poco, situaciones como la que ha habido de manejar por culpa de Rafa Mir. Sin el atacante murciano, pero también sin Hugo Duro y con la incógnita del estado real de André Almeida, los valencianistas enfrentan a un Atlético de Madrid que, si bien tampoco atraviesa un momento exento de dudas, sí lo hace exhibiendo el músculo de un mercado de máximos en el Manzanares.
Para el Valencia, caer en la capital supondría llegar a la sexta jornada del campeonato ya con la lengua fuera. Con 15 puntos disputados, haber obtenido solo uno encendería aún más alarmas en un vestuario que todavía vive en shock por el episodio de Mir y la confusión que generó el 'azote' público, suavizado internamente, de uno de los capitanes. Pepelu ejerció como tal y dio a su compañero un tirón de orejas que retumbó en el país. Baraja admitió en la previa que el rapapolvo a Rafa Mir será ejemplar -de momento, dos jornadas de suspensión- pero que también tendrá perdón. Mientras tanto, la parcela ofensiva viaja a casa colchonera con lo puesto.
Como si de un castigo del destino se tratase, poco después de que Miguel Ángel Corona presumiese de nutrido frente de ataque, Baraja ha quedado sin delanteros. Duro lesionado, Alberto Marí cedido y Mir, investigado por la Justicia. Solo queda Dani Gómez, cuya aportación ha sido limitada hasta el momento, y que será irremediablemente titular ante el Atlético tras recuperarse de una fractura nasal que estuvo a punto de dejar al Valencia sin arietes. El cuerpo técnico habrá de escoger el acompañante del exlevantinista: bien Almeida de '10'; bien Diego López tras el punta, con Rioja y Canós en las alas. Y el fondo de armario, desarropado. Warren Madrigal tendrá que ser la alternativa.
