VALÈNCIA. Dos vías para que el Ciutat sea una fiesta el próximo sábado. 1) Que el Levante gane al Real Oviedo y el Granada pierda en casa frente al Leganés. 2) Que haya empate en Gran Canaria entre Alavés y Las Palmas, y los de Javi Calleja no ganen, sino arrollen a los asturianos con diferencia de cinco o más goles. La tercera opción es el playoff. Es decir, el Levante lo tiene en chino para proclamar su regreso a la élite el próximo fin de semana ante su gente. Si es, será de milagro. Con jornada de transistores. Con una noche histórica que desataría una locura interminable en Orriols. Pone los pelos de punta solo de pensarlo, pero es demasiado sencillo despertar y bajar al suelo. La tarea es sumamente complicada.
Y es que los granotas hicieron los deberes en Vila-real -eso si solo se tiene en cuenta el marcador-, pero esta vez no hubo alineación de astros. Sí al principio, cuando Bouldini estrenó a los tres minutos y Cartagonova abría la merienda con victoria local ante Las Palmas. Poco tardaron los canarios en voltear y reducir las opciones levantinistas casi al máximo. Lo único positivo entre los oponentes directos, que ya hay un caído en la batalla: el Eibar sigue en su túnel sin salida ni luz, y empató ante el Sporting. Uno menos en la carrera. Se puede incluso ver el plano negativo del asunto: en Ipurúa ya están preparando mentes para la promoción con una semana de antelación. Aunque en el Ciutat también deberían.
La empresa es tan difícil como rocambolesco puede ser el encaje de números si se da una inverosímil combinación: si el Levante gana 5-0 ante el Oviedo -ni uno más, ni uno menos-, y Las Palmas firma tablas a cero en la isla, entonces estaría absolutamente todo en tablas: el golaverage particular -el primer gran criterio-, el average general -el segunto baremo, ambos con +20- y los goles a favor -empate a 49-. Habría que ir al juego limpio. Pero volvamos al suelo: que tal cosa sucediera supondría un milagro digno de epopeya.