ALICANTE. A diferencia de entrenadores como Fran Escribá o Pablo Machín, ninguno de los protagonistas de las últimas bajas en el Elche están haciendo la menor referencia negativa a la decisión de Christian Bragarnik prescindir de sus servicios. Será sincera o fruto del correspondiente acuerdo de confidencialidad, pero el hasta el miércoles secretario técnico Sergio Mantecón y el hasta este jueves director de mercadontecnia Jorge Pérez han apostado por el silencio o por mostrarse agradecidos con el trato recibido por parte del empresario argentino.
Son tiempos de mundanza en el club del Martínez Valero, donde Bragarnik desmonta piedra a piedra una estructura heredada de la época de José Sepulcre, el anterior máximo accionista, quien hace ahora cinco años le abrió las puertas de la entidad (¿Se acuerdan del fichaje del central Danilo Ortiz?) y hace cuatro y medio se la vendió. Si Mantecón llevaba en los despachos del club desde 2017, Pérez lo hacía desde hace casi dos décadas.