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CONTRACRÓNICA VALENCIA CF 1-3 ATlÉTICO DE MADRID

Un equipo gana a un grupo de futbolistas

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VALENCIA. La diferencia entre uno y otro fue abismal. El Atlético de Simeone es un equipo engrasado, trabajado milimétricamente y harto de competir contra los mejores equipos del mundo en las últimas temporadas mientras que el Valencia CF de Neville es un grupo de futbolistas excesivamente jóvenes que intentan formar un equipo con muchísimas carencias en todas sus líneas y varios futbolistas de talento que en otras ocasiones sirven para ganar partidos sufriendo muchísimo pero que no alcanzan para ganar a los grandes.

La victoria ante el Málaga en la Rosaleda el pasado miércoles le había dado al Valencia CF la tranquilidad de tener los puestos de descenso a una prudencial distancia ocurriera lo que ocurriera ante los colchoneros. Por eso, el técnico inglés preparó un partido para pelearse con el Atlético y colocó a Fuego y Enzo en el centro del campo junto a André y prescindiendo de Parejo. El argentino ayudó a sostener el centro del campo con mucho esfuerzo pero no pudo frenar las varias velocidades más con las que jugaban los de enfrente.

Pronto los madrileños se hicieron con el control de la pelota y echaron atrás a los valencianistas. Pese al centro del campo que intentó armar el inglés la realidad es que se quedó muy lejos de poder igualar el nivel que dieron Gabi, Saúl y Koke. Ellos tres manejaron el partido a su antojo y produjeron todo el fútbol del Atlético junto con Griezmann. Los primeros 20 minutos fueron rojiblancos y tuvieron varias ocasiones. Sin embargo, el zarpazo llegó en un error de Javi Fuego que provocó que el francés enganchara un disparo raso y ajustado al palo derecho de Alves al que el brasileño no llegó. Era lo justo después de esos primeros veintitres minutos de fútbol.

Ese gol enmudeció a Mestalla e hizo pensar que ya no habría mucho más partido porque hasta ese momento los valencianistas casi ni habían superado el centro del campo. Sin embargo, en una arrancada de Siqueira por la izquierda en el minuto veintisiete llegó el empate. El jugador cedido por los rojiblancos puso un buen centro que Paco Alcácer cedió de manera exquisita para que Cheryshev se la acomodara y fusilara con la izquierda a Oblak. Tercer gol del ruso en liga que a este paso será pichichi. Ese gol espoleó al equipo y a la grada. Ahí llegaron los mejores minutos del Valencia CF.

Otra buena pelota en largo que Alcácer volvió a dejar con calidad y clase para el ruso pudo significar el segundo pero su remate se marchó desviado porque remató el balón demasiado mordido. Ahí acabaron las prestaciones ofensivas del Valencia CF en el partido. Ya no hubo más. Álvarez Izquierdo pitó el final de los primeros cuarenta y cinco minutos y Mestalla se quedó con ese buen sabor de boca de los últimos instantes. Por eso las charlas del descanso, con bocadillo incluido, entre aficionados seguro que fueron más optimistas de lo que luego se encontraron.

A la vuelta Neville tuvo que cambiar a Enzo por molestias y eligió a Danilo obviando a Parejo porque quería seguir teniendo músculo para contrarrestar el fuerte medio Atlético. No lo consiguió. Danilo no es Enzo y el equipo se echó atrás y se terminó cayendo. Los rojiblancos, de azul en Mestalla, necesitaban ganar para no perder definitivamente la estela del Barça y apretaron el acelerador.

Simeone metió a Torres y a Carrasco para ganar y los dos cambios le definieron el partido. Koke y Gabi mandaron y empujaron al Valencia a su campo. En un córner Fernando Torres cazó un balón solo en el segundo tiempo y Carrasco mató el partido cuando Santos se había autoexpulsado con dos tarjetas de mal defensa. Ambas fuera de sitio y a destiempo. Oblak no tuvo trabajo y el sainete final llegó con Neville quedando en evidencia ante toda España.

Con la expulsión de Santos tenía preparado a Negredo para entrar al campo. En ese momento decidió que fuera Abdennour el que entrara al campo para no quedarse con solo tres defensa pero Mestalla le abroncó, le pidió al madrileño y después de varios segundos de incertidumbre y cuando Negredo ya se había vuelto a colocar la sudadera, Neville cedió a la presión de la grada y metió al delantero. Una situación cómica que generó el desconcierto de la grada y la carcajada del que no es valencianista. Un ridículo más para un club casi centenario que parece haberse instalado en la situación constante de histeria.

En Mestalla Neville quedó retratado. Enfrente un gran entrenador le arrasó con un gran equipo. Mucho tendrá que mejorar el inglés para poder competirle algun día a los mejores técnicos de Europa.

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