VALÈNCIA. El once inicial del Levante volvió a generar debate en la previa del partido en el Metropolitano. De nuevo una plaga de "rotaciones" -si es que así se pueden llamar en los planes de Paco López- y algunos cambios de impacto. El de Dani Cárdenas en la portería fue el más sorprendente, pero también la puesta en escena de los cuatro centrales del equipo, con Róber Pier como único pivote. El mapa de partido que quería el Levante estaba claro, con un guión similar al del duelo 'de ida' en el Ciutat, como ya advirtió Paco López en la previa... y con una cara mucho más conservadora de lo habitual en el cuadro granota.
La cara del equipo fue distinta. La misma que el miércoles y con distinta suerte, pero lejana a otros choques. Con la consigna clara de hacerse fuerte en defensa a sabiendas de las pocas ocasiones de salir con velocidad de campo propio que iban a existir, el Levante supo jugar su partido. Quizá fue uno de esos planteamientos que, en otras citas ante rivales de menos solera, se han echado de menos. La antítesis del correcalles, el sinónimo de resistencia. Y para ese dibujo fue imprescindible el pincel de los tres zagueros: un Vezo fino, un Duarte muy serio y un Róber Pier en el mejor momento desde que salió de su lesión de cruzado.
El gallego diseñó su mente para iniciar en el centro del campo, como pivote, pero la lesión de Postigo en el calentamiento le obligó a volver a la defensa. Y allí tiró de repertorio: velocidad al corte, fortaleza en el cuerpo a cuerpo, orden y salida de balón sobre todas las cosas. Aún con el tipo de partido que se desplegó en Madrid, fue habitual ver al coruñés salir con la pelota jugada y muy buen criterio para convertirse, en cómputo global y con permiso de los autores de los goles en la hazaña, en uno de los mejores del partido.