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13 de noviembre / OPINIÓN

Que el derbi siga escociendo es buena señal

22/09/2020 - 

VALÈNCIA. ¿Y si nos hemos equivocado al disparar las expectativas? Pese al arranque con el pie izquierdo me resisto a pensar que esta plantilla no pueda aspirar a más y menos tras disputarse una sola jornada y con todo lo que rodea, para bien y para mal, que el rival fuera el Valencia. Es lo que tiene la fiebre del crecimiento. La clave es saber gestionar los retos, derribar los obstáculos que vayan apareciendo y no caer en la impaciencia. Tras 90 y pico minutos se generó un debate apasionante que muestra que el Levante no pasa desapercibido, que está vivo, que hay fe en que este vestuario pueda despojarse de una vez por todas del yunque, pero siempre gestionando las emociones, siendo equitativos en el reparto de azotes (y de piropos) y sin salirse de madre cuando el camino se llene de nubarrones. La discrepancia es necesaria y la tendencia la marca los resultados. Algunos se resignan a que habrá que vivir en el alambre, para otros será frustrante firmar una temporada apacible con el objetivo ‘mínimo’ de la permanencia y los hay también que resetean rápido y entienden que hay mucho camino por recorrer, sin obviar que hay desperfectos que si se reproducen en exceso minimizarán esa ilusión de proyección. Que queramos que este Levante suba un escalón es porque hay brotes verdes. Porque el crecimiento social puede y debe extenderse en lo deportivo.

Es positivo que el derbi siga escociendo, que no quede simplemente en una oportunidad perdida y que exista en el vestuario el deseo de revertir el disgusto de inmediato. Todavía me cuesta dejar a un lado las consecuencias de Mestalla. Me dolió mucho caer así. La herida cicatrizará cuando el balón vuelva a rodar y se gane. De ahí que hubiera sido mejor no haber descansado por el aplazamiento de la cita ante el Atlético. Este vestuario demostró la temporada pasada que sabe reaccionar cuando le ‘mojan la oreja’ como en esos siete días con las victorias contra la Real Sociedad y el Barcelona posteriores al doloroso 0-1 en casa  frente al Espanyol. Pero en ese propósito de crecimiento y exigencia es necesario una dosis de estabilidad y menos desenfreno. Y en esa bipolaridad, el que siempre sale peor parado es Paco López. El Levante gana con él y pierde con él, pero en las derrotas parece que el míster de Silla ha matado a Manolete. Es la coartada perfecta para los jugadores y la dirección deportiva, que salen apenas sin rasguños de los disgustos

Alrededor de Paco es totalmente compatible la defensa con la crítica constructiva. Defiendo su identidad, su ADN reconocible, pero tampoco escondo los desajustes que se repiten en bucle. Él es el primero que es consciente de los puntos negros y sería del género tonto que se lanzara piedras sobre su propio tejado. No hay que olvidar que esa ambición que se le exige a este equipo nace gracias a este cuerpo técnico y desde esos once primeros partidos inolvidables de la recta final de la temporada 2017/18, con números de Champions (ocho victorias y 25 puntos de 33 posibles). Antes de su salto desde el filial, caer al pozo era una amenaza real.

Lamento insistir tanto en lo que sucedió en Mestalla. Esa derrota debe suponer un punto de partida, a la espera de lo que lo suceda antes del cierre del mercado de fichajes. El duelo del domingo en el nuevo Sadar se antoja importante para comprobar el grado de reacción tras el sopapo en el estreno. Aunque participaron los futbolistas con menos presencia o que no jugaron en Liga, Paco dio una vuelta de tuerca y expuso sus intenciones recuperando la defensa de tres centrales (Coke, Vezo y Postigo) y dos carrileros en el amistoso en Pinatar ante el Sevilla; un esquema que repitió en uno de los equipos del partido de entrenamiento del viernes pasado. La opción está sobre la mesa. Dibujos al margen y sabiendo que futbolísticamente hay calidad por arrobas, lo que le pido al equipo es que muera por el de al lado, que esté concentrado, que sea un bloque equilibrado, que ante Osasuna no aparezca el Maxi de turno que se interne en el área con una facilidad pasmosa o se repita la acción a balón parado sin apenas oposición que supuso el gol de Gabriel Paulista. En esa nostalgia del pasado, sí que echo de menos a ese Ballesteros, Iborra, Juanfran o Juanlu que daba un golpe encima de la mesa cuando tocaba para espabilar a sus compañeros. Morales es lo más próximo a ellos y Coke también tiene esos galones, pero deben dar un paso al frente otros con relevancia en el campo y en el contrato. La vuelta de Roger es una magnífica noticia, sobre todo por ese fuego interno del ‘Pistolero’ que obliga a los rivales a estar en alerta. Su adrenalina (con control) endurece el semblante de un equipo sobrado de talento, pero necesitado de esa intensidad que desde el ataque ofrece el de Torrent.

Pendiente de esa guinda que podría llegar en ataque, me agarro a Roger Martí como un clavo ardiendo junto a un Morales que mereció marcharse de Mestalla por la puerta grande. El ‘9’, en negociaciones para mejorar su contrato, volvió del confinamiento con 11 tantos y con un derbi para aumentar su cuenta. Lo que sucedió fue todo lo contrario: acabó expulsado y desde ahí comenzó un periodo en el que no encontró el gol en lo que restó de ‘nueva normalidad’. Como tres años atrás, aunque con menos gravedad que aquella grave lesión de rodilla que le cortó las alas tras el dictatorial ascenso con Muñiz en el banquillo, otro percance (un esguince de Grado II-III en el tobillo izquierdo), aunque de menor gravedad, le ha lastrado cuatro semanas, pero ya está de vuelta. Al margen de si hay variación de esquema o no, su presencia y la de Vukcevic son imprescindibles.

Salvo en el centro del campo donde hay excedente y al margen de las salidas necesarias, sobre todo las de Luna y Hernani, puede pasar cualquier cosa hasta el 5 de octubre. En ataque, Sergio León suspendió una vez más y es casi imposible que pueda cambiar su rol en el esquema de Paco. Con Dani Gómez hay que esperar. El del domingo sería su segundo partido en la máxima categoría. Día que pasa sin esclarecerse el futuro de Borja Mayoral, que en San Sebastián no tuvo minutos y Zidane apostó antes por dos chavales de la cantera (Marvin y Arribas) para intentar deshacer el 0-0, confío en que se obre el milagro y ver una vez más al de Parla vestido de granota. Verdaderamente es más ilusión que otra cosa porque luego pienso en los efectos de la pandemia, en el condicionante de los blindajes, en el despilfarro en operaciones de las temporadas anteriores y me vengo abajo. Es el segundo verano con problemas para cuadrar el Fair-Play. Pero en este aspecto no se aprieta de igual manera a los responsables ni los ‘haters’ lanzan pestes a diestro y siniestro como sucede con Paco López cuando los resultados dan la espalda.

Y por último recupero las preguntas de la semana pasada... ¿De verdad que no es necesario firmar un central? ¿Cuánto tiempo lleva el equipo sin encontrar una pareja de centrales de absoluta confianza? ¿Es más prioritario un extremo si además llegaría para ser una alternativa? Y añado una… ¿La renovación estancada de Rochina podría ser la solución a las dificultades económicas para pulir la plantilla? El ’16’ acaba contrato en 2021, ha pedido cuatro temporadas y el Levante no quiere atarse a más de tres, que ya me parecen demasiadas en un escenario tan condicionado en todos los aspectos y para un futbolista plagado de calidad, un fijo para Paco cuanto está disponible, pero que se ha lesionado más de la cuenta.  

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