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Bombeja Agustinet! / OPINIÓN

¿Quién odia al Efesé?

15/09/2022 - 

VALÈNCIA. Cartagena jamás ha disfrutado de fútbol de Primera. Lo más cercano que han tenido en la élite, a 50 quilómetros, es el Real Murcia, con quien los aficionados cartagineses mantuvieron una enconada y clásica rivalidad desde los inicios del fútbol en la región. Desde los años 20 los murcianistas les llamaban Efesé, con aire ofensivo, que es como suelen surgir los apodos. Hasta que les ganaron a domicilio y el cronista, con sarcasmo, dejó escrito que el Efesé había bailado al Murcia en su propia casa. Desde entonces se asumió como apodo y grito de guerra.

Lo más cerca que Cartagena ha estado de tener fútbol de Primera fue en 2009. Habían pasado 90 años desde que se fundó el primer club que llevó el nombre de la ciudad: Cartagena CF (1919-1952), el primer Efesé. En 1940 nació la UD Cartagenera, CF Cartagena desde 1974, reivindicando la tradición efesista. Este club milita en Tercera tras una trayectoria convulsa, durante la cual fue incluso filial del FC Cartagena que nos visita, nacido en el 95 como Cartagonova FC. Disculpen la sopa de siglas. Sirva para entender que, pese a ser clubs distintos, todos ellos han reivindicado el nombre de la ciudad, los colores blanquinegros y el Efesé, pronunciación local de FC, por si aún no habían caído.

En 2009 el Llevant UD (que también fue efesé y blanquinegro, por cierto) truncó el viejo sueño de una ciudad de 216.000 habitantes fundada dos siglos antes de Cristo. Llevada en volandas por 1.000 ruidosos granotes, la escuadra valenciana asaltó Cartagonova para ponerse colíder de Segunda, con 65 puntos, y dejar atrás al Efesé, quinto con 61. Los cartageneros desaprovechaban así la posibilidad de colocarse segundos con 64 y dejar al Llevant con 62. Fue el clásico partido de seis puntos que marcaría un antes y un después para ambos, una derrota psicológica para el Cartagena, que ganó en la siguiente jornada pero que perdió todas sus opciones, al sumar un solo punto de los últimos nueve. El Llevant, por el contrario, ascendió tras sumar 6 de 9, pese al inesperado tropiezo en Irún, y gracias al Salamanca que empató contra el Betis y evitó una finalísima de infarto, a todo o nada, en la última jornada, en Heliópolis.

El partido de Cartagonova fue frenético. Tuvo de todo: golazos, errores, expulsiones, polémicas, ambientazo y alternativas. Hasta Robusté marcó dos tantos. El Cartagena se fue al descanso 2-1, viéndose como uno de los principales aspirantes al ascenso. Todo iba a cambiar en quince minutos en que se pasó, tras la expulsión de Txiqui en el 46’, del 2-1 al 2-5… pero los locales no estaban muertos. El gol de Etxeita y el balón al travesaño que hizo temblar un estadio a reventar pusieron el miedo en el cuerpo de los levantinos.

Aquel partido también cambió el destino del Llevant: el ascenso en el año del centenario rearmó a un levantinismo en ley concursal. Estaban por venir los mejores años de nuestra historia. La lógica frustración local en Cartagonova, con la derrota en carne viva, provocó el comportamiento soez de una parte del público cartaginés. Yo mismo, que vi el partido junto a una chica envuelto de efesistas, bien identificados ambos con senyera y bufandas, tuve que poner firme a algún exaltado. Pasé ese fin de semana en la ciudad y por la noche, en el puerto, Xarxa Teatre ofreció su espectacular Veles e vents, que recibió una sonora ovación.

Durante la semana hemos visto que hay efesistas con aquella espina clavada muy al fondo. Yo hace mucho que pasé página de los insultos y las amenazas y me quedé con que aquel día, en Cartagena, se sentaron en los banquillos dos de los entrenadores más importantes de la historia del Llevant: Juan Ignacio Martínez, que luego nos llevó a Europa, y Luis García Plaza. También con que es el primer puerto de entidad cuando se acaba la costa valenciana por el sur; cuna de Isaac Peral o del siempre controvertido Pérez Reverte, autor de maravillas como Territorio comanche, y en que tienen la misma bandera (marítima) que Sueca.

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