VALÈNCIA. La verdad pega duro, pero pese a eso yo no veo ninguna salida. Me gustaría ser positivo y optimista. Pero la realidad es cabezona y esa realidad me invita a llorar pensando en el futuro del Valencia. No me gusta nada Peter Lim, pero tampoco veo ningún proyecto sólido que pueda hacerse con el control de la sociedad. La verdad más absoluta, la más solida, es que el futuro del Valencia está francamente contra las cuerdas. Meriton quiere fracasar de forma rotunda y yo no veo ningún proyecto sólido que sea capaz de tumbar la propiedad de Peter Lim. Y Zorío? Pues miren, Zorío puede caer bien o mal, Zorío puede tener la intención de forzar la marcha del máximo accionista y hacerse con el control del Valencia, pero yo a ese teórico control le veo que le falta una pata. Para comprar el Valencia hace falta mucho dinero. Y yo, sinceramente, y tristemente, no veo ese dinero por ninguna parte.
El NO de la burguesía
Pienso en las grandes fortunas de Valencia, en todos esos empresarios que componen la pequeña burguesía valenciana, y no intuyo ningún interés ni ninguna negociación de parte de nadie. Y eso es terrible. El fútbol tiene un atractivo inmenso, pero a la vez tiene un rechazo inmenso para todos aquellos que en Valencia muevan el mercado empresarial. La burguesía valenciana nunca se ha motivado más allá de su propio ombligo. Y en el caso actual, en el caso de este Valencia herido de muerte, una hipotética motivación desaparece para la burguesía en un visto y no visto.
La dura realidad
Tengo claro que Peter Lim no me gusta nada y que el futuro de este club, en sus manos, tiene una pinta más que dudosa. Pero me duele todavía más en el alma no ver ninguna solución sólida por ninguna parte. El club languidece de forma terrible, todos lloramos la mala gestión que lleva los mandos de nuestro club, pero no existe, o al menos yo no conozco, ninguna opción seria para quitarle de las manos al hombre de Singapur la gestión de este equipo histórico.
No puedo ser optimista
Tengo clero que los mensajes tristes no conducen a ninguna parte estimable. Yo les estoy vendiendo un montón de tristezas y lo lamento. Pero a la vez debo ser correcto conmigo mismo. El futuro del Valencia me da pánico y eso impide que les pueda transmitir alguna noticia que les invite a pensar en un futuro prometedor. Me gustaría apoyar, por ejemplo, una iniciativa como la de Zorío... pero yo no veo solidez a su forma de intentar hacerse con el control del Valencia. Si pensamos que los accionistas se deben rascar el bolsillo para convertirse en dueños de este club estaremos jugando con un imposible.
Y los políticos
En toda este guerra donde queda en triste suspenso el futuro de la entidad, están tomando parte últimamente también los poderes políticos. Ahora bien, siempre debemos pensar en realidad y no en sueños hipotéticos. El futuro estadio del Valencia es una quimera que tiene muy mala pinta y no intuyo por donde podría venir la solución. Si Peter Lim quisiera hacer un estadio lo haría a un precio irrisorio y con un estadio final francamente lamentable. Y los políticos, por su parte, tampoco ofertan nada sólido ni real.
Sueño con una alegría
Ya como despedida, tras este carrusel de líneas tristonas que no conducen a ninguna parte, debo decirles que en el fondo sueño con algún milagro de esos que sorprenden por lo inesperado, pero que a la vez sirven para cargarte las pilas e invitarte a enfocar la vida futbolera con una sonrisa de oreja a oreja. El futuro es complicado y a mi me hubiera encantado blindarles alguna noticia positiva. Pero a falta de eso lo que si hago es compartir con todos ustedes mi sueño valencianista, ese de volver a ser con una sonrisa en la cara ese equipo bronco y copero de siempre, y espero que al menos compartan conmigo ese sueño y esa alegría blanquinegra.