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Emilio Pechuan Giner, el gran empresario de cines en València

  • Emilio Pechuan Giner

VALÈNCIA. A principios de los años treinta del siglo XX, teatro y cine mudo irán pasando a segundo plano con la aparición del cine sonoro y de color. El problema de instalar cine sonoro, en sus inicios, era el precio de los proyectores de la nueva tecnología, y la inversión en salas en condiciones acústicas y con comodidad. Era una empresa de riesgo invertir en el cine sonoro para competir con otros espectáculos: teatro, zarzuela, ópera, etc. 

Al respecto, La Semana Gráfica, en su número de 2 de mayo de 1931, recogía las siguientes palabras sobre un empresario: «Hace algunos años surgió en el mundo cinematográfico de València un talento claro, fácil, agudo... Hablamos de don Emilio Pechuan Giner, hombre modesto, sencillo, cuya fantasía se acopla al juego de las cifras y al ritmo de los negocios. No gusta de publicidad ni de bombos extemporáneos. Su misión es complacer al público y su mirada, noble y altiva, de águila, se cierne siempre sobre mundos transparentes de celuloide, mundos fantásticos importados de Hollywood que llenan de ilusión a mil cabecitas de la juventud nueva, que prestan descanso a mil cerebros abismados en la vorágine de las finanzas».

Emilio Pechuan Giner, médico de profesión, había abandonado la medicina para convertirse en empresario de salas de cine en València. Se había iniciado con la dirección del cine Lírico y, en 1926, había hecho construir su primer cine, el Coliseum, el segundo más grande de España en aquella época. En 1929, decide la construcción de un nuevo cine en pleno centro de València, el Capitol, y encarga el proyecto al arquitecto Joaquín Rieta. Se inaugura en abril de 1931, coincidiendo con la aparición del cine sonoro en España.

El Capitol contará con un Hall-bar. Bautista Rodríguez, el famoso y conocido Batiste, se encargará de los pisos de madera y el graderío. Para la decoración de paredes y techos contratará a los artistas valencianos Arturo Boix y Amadeo Roca. De la calefacción y ventilación se encargará Construcciones Gaspar. Además, contará con los proyectores más modernos de la época, de la empresa americana Western Electric.

Crack de 1929: del mudo al sonoro 

La inversión en el cine Capitol suponía un gran riesgo empresarial, pues su construcción coincidiría con el crack de la economía norteamericana, la mayor crisis jamás conocida, que estalló en octubre de 1929 en Wall Street, creando la gran depresión, hundiendo la economía mundial y llegando a España en 1931. Por si fuera poco, coincidiría con el cambio de régimen de monarquía a república en España. El panorama era de incertidumbre y Pechuan asumía un gran riesgo, pues como recogía La Semana Gráfica, su construcción suponía «un coste fantástico». No se había escatimado en hacer un local de lujo, implicando a «lo mejor de la industria valenciana en la realización de este magno coliseo». Este era el contexto económico en el que Emilio Pechuan Giner había decidido hacer una inversión millonaria.

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