Nani, fichaje con pinta de Helguera (ojalá no), y el palazo de la sanción de la Unión Europea son un disparo certero en la línea de flotación de todos los valencianistas con una hipoteca a su nombre...
VALENCIA. No vuelvan a leer el titular. No hay ningún error. No falta ni una letra. Porque esta columna de hoy no habla de Roberto, el de Betxi. Jugador del Valencia y Barcelona, principalmente, y que ahora es el Suso del Barça. No. Este Rober, sin te al final, tiene ocho años. Y no entiende de otra cosa que de goles, de sentiment, de valencianismo puro. Adoctrinado por su padre desde el tendido 7 de Mestalla, abrigando este su identidad con el anonimato en la cuenta de Twitter @MESTALLIDOS, Fernández padre se ha visto en la tesitura de alentar la ilusión del joven Rober.
Nani, fichaje con pinta de Helguera (ojalá no), y el palazo de la sanción de la Unión Europea son un disparo certero en la línea de flotación de todos los valencianistas con una hipoteca a su nombre. Esos que son más mayores que jóvenes, por mucha cuenta de Snapchat que tengan. Mirando siempre al doblete, tan sobado como el pomo de la puerta de su Delegación de Hacienda más cercana. Como su ilusión. Aquella que fue burlada por (pen)última vez con Negredo. Más bien con el rendimiento de Negredo. Toda una overpromise. Con aquello de la bomba. No sigo. Que me salta la lagrimilla de rabia por el quieroynopuedismo que parece que lleva esta camiseta, filtrada o no, con el escudo señeril, triste y azul.
Pero, de todo eso, Rober no sabe ni media. Ni falta que le hace. Esta en esa bendita época donde los telediarios son aburridos. Y Rober se ha sentado estos días frente a la tele, después de la piscina o del parque. Y se enchufaba la Euro. Y veía al 17 de Portugal, que es el que sonaba para el Valencia. Y claro, va con Portugal. Porque está Nani y Gomes, que ya juegan en su Valencia. Ronaldo le da igual. Y los fotomontajes y las portadas con Gomes ni les digo. Comienza a mimetizar a Nani con la casaca blanca. Y se la sopla que pueda tener estrellas o no. La camiseta, digo. Tiene en el pecho su escudo favorito. Y con eso le vale.
Y el papá de Rober le ha entregado su pase. Recién renovado. Y el chaval se ha lanzado a por él. Porque Nani va a estar cada quince días pisando la verde de Mestalla. Y le mola. Y lo va a ver hacer regates. Y chutes. Que es Trending Topic en los recreos de Primaria. Si regateas y chutas tienes el respeto del patio. Y Fernández padre le ha soltado un expresivo «¡Hemos fichado a Nani!» exageradamente optimista buscando ese efecto. Y la ilusión se ha apoderado del chaval, iluminando y llenando tanto de calor la habitación con su mirada, que descongelaría hasta la misma Invernalia.
Y Rober no mira que hay casi treinta jugadores en plantilla. Ni los supuestos sobrepesos de Santos o alguno más. Ni quien es el culpable del hostión europeo. Como le pasa a todos los Rober barcelonistas que haya por el mundo con la sentencia a Messi por evasión fiscal. O a los Rober mancunianos red al salir a la luz que De Gea juega a los médicos de pago. Los Rober del mundo ven el fútbol sin mancha. Limpio. Impoluto. Y así debe ser. Ya estamos nosotros, los padres, los tíos y los medios para avisar de la vigilancia. Que la pelota no se mancha, que decía Maradona.
Que cubramos y protejamos a nuestros Rober dependerá la limpieza de este juego. De este deporte convertido en negocio. No hablo de negar la mayor, ni de tirar tierra sobre culpables. Hablo de custodiar el deporte para que se parezca, cada vez más, a ese juego del patio de recreo.