VALÈNCIA. La búsqueda del punto de inflexión del Valencia se ha convertido en algo así como la del Santo Grial para los Caballeros de las Cruzadas en la Edad Media. Tal y como sucedía entonces tanto con el preciado Cáliz como con muchas otras reliquias religiosas, unas veces por picaresca y otras por ignorancia, no siempre el hallazgo es el auténtico. La verdad es que, las pocas ocasiones en las que el Valencia ha ganado en Liga, se han interpretado –hasta el partido siguiente- es ese momento en el que cambiaría el sino de un equipo que lleva la temporada torcida. Cada vez que el equipo de Marcelino ganó o que, simplemente, ofreció algún atisbo de mejora en su juego, todos quisimos ver el giro definitivo y, lamentablemente, no tardó en volver a presentarse la cruda realidad en forma de empate e incluso de derrota. Y tal es el ansia por encontrarlo que, esta semana, hasta nos vale un empate en casa ante el Valladolid –porque se mejoró en el juego- y una victoria contra un equipo de Segunda División – que fue clara por lo visto en la segunda parte pero no por lo visto en la primera-. Nos bastan esas dos pobres referencias para certificar la autenticidad del dichoso ‘punto de inflexión’ de la misma forma que se bendecían las reliquias religiosas para vestirlas de verdad.
El valencianismo tiene tantas ganas de ver a su equipo donde le corresponde que es capaz de casi llenar Mestalla cuando le habían insistido desde el puente de mando del Club que la Copa NO interesaba y ese valencianismo enamorado de sus colores igual que aguarda con impaciencia el choque de esta noche en Balaídos, estuvo ayer muy pendiente del sorteo de la Copa del Rey en el que -por ejemplo- ya NO estaba el Atlético de Madrid y la confrontación con el Getafe, bien gestionada, allana el camino hacia cotas superiores. Ojalá Mateu Alemany, que sí presenció la explosión de júbilo de la segunda parte ante el Sporting en Mestalla y los Delegados del Gobierno de MERITON en Valencia acaben de entender lo que significa esta competición para el aficionado, el cariño que le tiene por los recuerdos vividos y no se les vuelva a ocurrir a menospreciarla y menos cuando se presenta un ‘futuro copero’en el que –repito- no está el equipo de Simeone y, si existiese la justicia en nuestro fútbol, tampoco debería haber estado el Barça. Lamentablemente la Federación y su “Jueza Única” han preferido arrimarse al sol que más calienta aunque dicha opción haya dejado huérfano de Justicia a un club modesto y al fútbol en general.
En cualquier caso y como todos los frentes –excepto el de la Champions- están y deben estar abiertos para el Valencia, hoy tiene por delante un compromiso crucial en Vigo. El propio Celta -en horas muy bajas y sin Yago Aspas- es, hoy en día, un rival directo atendiendo la clasificación, este fin de semana hay más duelos entre rivales directos de media taba hacia abajo y hay tan pocos puntos de diferencia entre la zona de Europa League y la de descenso que cualquier choque entre habitantes de dicha zona se convierte en un encuentro de esos de… o puerta grande o enfermería. Ganar al Celta supone acercarte a la frontera con Europa y caer en Balaídos te acerca al abismo clasificatorio con lo que, siendo importante la victoria por aquello de la búsqueda del Santo Grial, lo es más si cabe para no alejarse de manera definitiva de los objetivos asumidos a principio de temporada. Ojalá los 45 minutos ofrecidos por el Valencia en la segunda parte de la Copa, con un juego ofensivo vibrante y con una determinación clara de cara a la meta del rival, no fuera sino el ensayo de lo que veremos en tierras gallegas.