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Seguimos solos ante el peligro

21/09/2021 - 

VALÈNCIA. Durante determinadas épocas en el Valencia CF, los futbolistas han sido los pilares fundamentales que han aguantado al club. No es nada nuevo y se ha producido durante determinadas eras; sin ir más lejos, cuando el club era un polvorín a nivel social se consiguió el doblete y el mejor equipo de la historia. Sin embargo la historia demuestra que esos desequilibrios suelen acabar mal (Benítez, acabó huyendo harto del poder omnímodo de un Llorente con quien chocaba por la planificación de plantilla que pretendía llevar a cabo el técnico madrileño).

Al menos, en alguna ocasión, los dirigentes aprendían porque no se creían por encima de la humanidad; es lo que tiene vivir en la ciudad y pisar la calle. Desgraciadamente no es el caso del actual Valencia CF en el que, al igual que en otras épocas, el equipo es el que sigue sosteniendo al club. Y aquí, los dirigentes han vuelto a demostrar que ni aprenden, ni tienen la más mínima intención de hacerlo. Cada vez que tocan algo, el éxito brilla por su ausencia.

De entrada porque sus embajadores mediáticos presumieron este verano de que renovaran el abono 33.000 personas, cuando el dato realmente alarmante es la pérdida de 7.000 abonados en un año. Dicha cifra supone la pérdida más importante de abonados de la temporada anterior a la actual en toda la primera división, y la deserción masiva más importante en la historia del club hasta donde a quien suscribe le alcanza la memoria. Yo no veo el éxito por ningún lado (otra cosa es el agradecimiento y el mérito de los 33.000 que han decidido renovar, eso es incuestionable), y el aroma es más a debacle que a otra cosa.

No conseguir colocar las 29.000 localidades en un Valencia-Real Madrid es un fracaso se mire por donde se mire (1.500 se quedaron en taquilla), porque esa contumacia y obstinación a negarse a sacar un pase de temporada entera (cuando en el tercer partido de casa ya entra el 60% del aforo que está muy cerca de tus 33.000 abonados) es una torpeza de quienes así lo dispusieron y un abuso para la gente que pese a sus dirigentes decidió renovar por amor a los colores. Pedirles que se rasquen el bolsillo para pagar un pase y que se lo sigan rascando para pagar entradas cada 15 días es una idea propia de Abundio, aquel a quien la leyenda popular le atribuye que vendió la moto para poder comprar la gasolina.

Con este hartazgo sembrado en época complicada económicamente (que parece que la excusa del COVID sólo la puedan usar Anil y sus chicos para explicar estrecheces económicas que poco o nada tienen que ver con la pandemia y mucho con la mala gestión) y teniendo en cuenta que ninguno de los mortales estamos para ir regalando el dinero, pasó lo que tenía que pasar: que Mestalla se llenó de aficionados madridistas.

Entre el desprecio a los de la opción 3 del pase, la predisposición del aficionado madridista de estos lares a gastarse lo que sea una vez al año por ver a su equipo (no han de soportar el extra de pagar el pase de Mestalla y encima pagar entradas cada 15 días) y el desastre del colapso de la venta on Line, el clamor en la grada de la afición madridista en los goles de Vinicius y Benzema fue acusado y notorio. De ello hay que darle las gracias a los genios que pusieron en bandeja la presencia masiva de aficionados visitantes en el estadio valencianista, hecho que causó incluso varias situaciones de tensión en la grada (a ellos no les afecta para eso comen y beben en el palco, lejos del populacho).

En definitiva, que más allá de si Bordalás estuvo o no acertado en los cambios, si Mamardashvili erró o no en el segundo gol o si se fallaron demasiadas ocasiones en el inicio de la segunda mitad, prefiero quedarme mil millones de veces con los que le han devuelto la ilusión al valencianismo en este inicio de campaña; es decir, la plantilla y el cuerpo técnico. De los otros, sólo puedes esperar goles en propia meta porque no paran de chutar contra su propia portería. Se evidencia que a nivel de dirigencia, seguimos estando solos.

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