13 de noviembre / OPINIÓN

Si yo fuera secretario técnico del Levante

30/03/2021 - 

VALÈNCIA. De la exposición ante los medios de comunicación de Manolo Salvador y David Navarro para sacar pecho por su reciente renovación hasta 2022, me quedo con que habrá que apretarse de nuevo los machos y hacer números por el dichoso desfase financiero. Nada nuevo bajo el sol. “Será un mercado muy complicado” fue el mensaje más repetido por los secretarios técnicos. El Levante ha respondido a esos juegos malabares y otra vez tocará no desviarse ni un milímetro e igualmente ambicionar. Por favor, no nos pongamos la tirita antes de sangrar, lo de la austeridad va para todos y ahí es cuando aflora la habilidad para encontrar fórmulas que no debiliten la estructura, dejar la autocomplacencia atrás y seguir mirando al frente. Ni mucho menos eso significa olvidar el objetivo fundamental y querer de partida cambiar la perspectiva. No quiero que el presidente me diga que me equivoco si pienso en algo más que en la permanencia. Lo primero es lo primero, no me olvido de la premisa número uno para subsistir entre los mejores, pero sí la dejo a un lado porque creo que se puede conjugar con esos sueños imposibles que los hombres de Paco han demostrado que son posibles. 

Soy consciente de que la realidad en Orriols pasa por esos dichosos 16,5 millones de euros que hay que aglutinar por obligación. El hándicap estaría prácticamente resuelto con los 15 ‘kilos’ de la cláusula de recompra del Real Madrid por De Frutos, a quien el área deportiva le encantaría tenerlo un año más, pero escuchando las palabras de ambos responsables de la parcela deportiva veremos si se acaba haciendo caja por algún ‘macho alfa’ más. El abanico es amplio… y no solamente por los Aitor Fernández, Campaña y Bardhi que acapararon los focos más potentes durante el verano pasado. El Levante ha estado en el punto de mira del panorama futbolístico con total merecimiento y eso tiene muchos beneficios. Otra cosa es la realidad económica global por la pandemia. Un yugo que asfixia del primero al último, cada uno con sus circunstancias, y que entierra los traspasos astronómicos y las fichas suculentas de ese otro futbol que ha desaparecido. 

Una vez más el propósito es encontrar el equilibrio entre el factor financiero y la inversión deportiva. De ahí la necesidad de explotar todos los recursos al alcance, tanto en la configuración de la plantilla, de esos mimbres que tendrá Paco López para la próxima temporada, como del aprovechamiento del propio entrenador que, con sus luces y sombras, sus momentos de inspiración y cabezonería, será el responsable de sacar rédito en el césped, sin excepción, haciendo otra vez del concepto equipo su primer mandamiento y ambicionando después de un curso marcado por unas semifinales de Copa y la sensación real de que se puede dar ese paso adelante aunque genere sarpullidos hablar de palabras mayores.

Las coordenadas son públicas y por supuesto que a Manolo y David les gustaría tener un poco más de maniobra para no estar obligados a tener que hacer magia. No queda otra. Será un verano de calculadora tanto en las renovaciones, como en los descartes por las fichas inapropiadas a la relevancia en la hoja de ruta del entrenador e inasumibles económicamente hablando, y en las entradas. Muchos deberes sobre la mesa. Habrá salidas necesarias, otras que no habrá escapatoria porque hay que cuadrar el ‘fair-play’ y caras nuevas con el mismo guión que el verano pasado, con ese mercado de Segunda donde el Levante se mueve como pez en el agua. Dentro de las pautas que rigen el nuevo fútbol y de las que no se escapa ni un club, habrá que construir un proyecto lo más ambicioso posible y que responda a esa ilusión de la reapertura de los estadios al público que está más cerca que nunca. El camino está trazado. Un ADN atractivo y con cordura que gestione el entusiasmo de volver a vivir el fútbol en el Ciutat.

Hay una identidad definida con Paco como líder, ya en la cúspide de partidos al frente del Levante. “Todo llegará”, insistía Manolo Salvador cuando se le cuestionó por el blindaje del técnico de Silla. “Paco López es el entrenador ideal para el Levante. Lleva cuatro años dirigiendo en la élite y no sé qué pensamiento tendrá a la hora de crecer, pero para nosotros sería bueno que lo hiciese aquí”, añadía el propio Manolo la semana pasada en Plaza Deportiva. Una unión que irá más allá del 30 de junio de 2022 que ahora refleja en su contrato. Los que os pasáis cada semana por estas líneas sabéis lo que pienso del míster desde que tomó las riendas en marzo de 2018. Cuando he tenido que darle algún estirón de orejas no lo he dudado (aunque me llevara algún rejonazo que otro de vuelta) e igualmente más de uno me habéis comentado (y agradezco que lo hagáis) que soy demasiado bueno con el ‘calvo’. Como he dicho en más de una ocasión, la crítica es buena si es constructiva, y que me apasiona ese intercambio de pareceres si se rige dentro de una lógica fundamentada, no ‘arreando por arrear’. Que haya esta actividad significa que el levantinismo está muy vivo y con hambre de evolucionar. 

De los nombres propios tampoco se mojaron en exceso. Aunque siempre hay que dejar un margen a la sorpresa en las diez jornadas que restan, no entendería que Toño y Rochina renovaran. El primero no llegará a ese tope de partidos para que el club no ejecute la cláusula de escape que tiene en su contrato, así que romperá una relación que expiraba en 2023. Ni el Levante piensa en él para el próximo proyecto ni en la cabeza del jugador está seguir una temporada más a la sombra de Clerc y del otro lateral izquierdo que vendrá ya que el rastreo en la zona del ‘3’ lleva unas cuantas semanas activado. Lo del centrocampista está de sobra contado. Las negociaciones permanecen estancadas desde hace tiempo y no ha habido ningún gesto para reactivarlas. Y deportivamente es igual de cierto su enorme calidad como su intermitencia y su tendencia a lesionarse. En ambos hay una mezcla de motivos deportivos y, sobre todo, presupuestarios. Dos salarios elevados y una oportunidad perfecta para rejuvenecer al equipo y encontrar un hueco a jugadores de la casa. En este último aspecto emerge la figura de Pepelu. De momento, la apuesta a futuro es ejecutar la opción de ampliar su contrato un año más, hasta junio de 2022, que haga la pretemporada y luego ya veremos. Me resulta insuficiente si es que la confianza en él es total como se quiere vender. El ‘overbooking’ en su posición volverá a determinar si ha llegado su oportunidad.

Noticias relacionadas