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Sin Europa, un año más

Se requiere de una persona que más allá de inculcar el 4-3-3 y dos jugadas de estrategia, se implique y trabaje individualmente con los jugadores convirtiéndoles en mejores futbolistas. Que les haga evolucionar. Que aporte valor añadido a un plantel desprovisto de piezas de postín

27/04/2016 - 

VALENCIA. Aunque repitamos argumentos con la graciosidad del cuñadismo, "a ver si aprendemos la lección", en realidad, en el fútbol, lección no se aprende ninguna. Por alguna razón es el deporte más ineficaz, peor gestionado y atolondrado del mundo. Si te has gastado 45 millones en un jugador y en 9 meses no funciona, lejos de preocuparte porque el chico se integre, te gastas 50 en uno nuevo. 'Seguro que será mejor'.

Sostengo, de forma masoquista e irracional, que al Valencia le vendría mejor un gol de Tendillo que un acceso de rebote a Europa. Hubiera sido nocivo, sería nocivo, que un curso con tanto pecado cometido acabara, encima, recibiendo el premio de la ola internacional. Un poquito de por favor.

Sobre todo, por lo visto bajo el efecto gaseosa de Ayestarán, hubiera servido para dar por buenas cosas que no lo son. Se nos olvidaron pronto los porqués de la situación y empezaron las campañas para colocar al conocido en el banquillo.

Amiguetes no, Peter. Salvo que sean los míos. Rezan los editoriales a diario.

Repetimos antiguos patrones. Los mismos que han llevado al club a quedarse fuera de competición europea por segunda vez en tres años. Los que hacen que sume una participación de cuatro en la Champions.

Lejos de asumir que las fórmulas de siempre no conducen a ninguna parte, las convertimos en dogma. Entrenadores poco o nada cualificados acaban alzados a los altares a golpe de titular; una grada encesa en flama al escuchar frases populistas, vacías de contenido, eyacula a la velocidad de la luz en cuanto alguien le sopla en la orejita.

Presidentes fichando a Pabones y Postigas, Rodrigos o Abdennures, tirando de representante de cabecera, o bragueta. Directores Deportivos heredados a los que se les ningunea primero, y echa después, para rectificar sobre la marcha una vez asumido el error. Y mil etcéteras.

Que un inquilino sobreviva más de seis meses en el banquillo se convirtió en toda una rareza. 

Por ello me preocupa observar que la contorná no se esté tomando nada en serio la elección del entrenador. Y es la elección más vital que tendrá que afrontar la institución. Donde se la juega. El próximo curso es el último año de carencia. En la 17/18 hay que empezar a pagarle a Bankia la deuda, y el plan de negocio de Meriton que sustentaba el castillo de naipes ya se ha mostrado errado. Los ingresos ordinarios del Valencia están en mínimos históricos. Sin visos de mejorar de forma inmediata. Y el maná de la Champions va tomando cuerpo de utopía. 

Ya no es momento de otro "a vore si el bo és éste". Sino de ir a por uno bo de verdad.

No veo el ambiente dispuesto a aguantar un nuevo Llorentismo tras haberle entregado el club a Lim si otra concatenación de decisiones cobardes y equivocadas repiten fracaso deportivo. Conforme está hoy la institución, no salen las cuentas.

Es vital la elección del entrenador porque es el hombre que evitará que el Valencia tenga que gastarse otros 200 millones (que no tiene) en cambiar una plantilla entera. Se requiere de una persona que más allá de inculcar el 4-3-3 y dos jugadas de estrategia, se implique y trabaje individualmente con los jugadores convirtiéndoles en mejores futbolistas. Que les haga evolucionar. Que aporte valor añadido a un plantel desprovisto de piezas de postín.

Estamos tan instalados en la comodidad, repitiendo mantras obsoletos mientras el fútbol moderno nos devora, que el listón lo tenemos situado bajo tierra. Y eso, exigirse más como institución, es un aspecto a mejorar con suma urgencia.

El Valencia no puede pretender aparecer por las cumbres con jugadores que sólo sepan correr hacia delante, usen la talla S o luzcan un sobrepeso evidente. El murciélago se cayó de la élite, y sigue sin estar estructuralmente preparado para regresar a ella. Podemos seguir engañándonos con fuegos de artificio, o empezar a tomarnos en serio el asunto.

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