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Sorpresa: jugar a fútbol era una cosa de pasta

7/05/2020 - 

VALÈNCIA. Algunas ideas geniales -entiéndase…- para un momento crucial: las instituciones del fútbol piensan en añadir por la megafonía de los estadios sonidos de animación. La conversión del fútbol de alta competición en una estancia en la sala de espera del dentista, más cerca. Total, un trampantojo. 

Que esto no será igual a como era es una evidencia. Los códigos del fútbol van a cambiar, ya han cambiado. ¿Y qué? Si el fútbol ha dominado como gran actividad de masas es precisamente por la adaptación a los grandes cambios. Seguirá la misma senda, solo que con diferentes directrices.

Las profecías apocalípticas sobre el futuro del fútbol olvidan considerar que el fútbol ya se estaba jugando para aficionados no presenciales. Es más, los asistentes a los estadios eran más atrezzo que el fundamento. No solo por la paulatina caída de la taquilla en el porcentaje de ingresos, sino porque el fútbol ya se preparaba para un paradigma donde sus hinchas de proximidad cuentan poco. No hay más que ver la ristra de clubes que han roto la venerable dependencia entre la comunidad local y los clubes como emblema de ciudad o barrio. Clubes que funcionan queriendo prescindir de su entorno inmediato. Miren a su alrededor.

Desde luego es un progreso pésimo que tiende a la despersonalización y la pérdida emocional, pero esta industria decidió hace tiempo sobrevivir en base al crecimiento ilimitado. 

Con ese escenario resulta tierno el discurso de los futbolistas. Llevan mucha razón al considerar que volver al campo, con tal nivel de abstracción, es un riesgo para una actividad donde el contacto es la ley. Pero es posible que no midan sus fuerzas. ¿Cómo pretenden asegurar unas condiciones económicas -hormonadas- ante un nuevo marco de depreciación?

Equivocamos el sentido de su profesión cuando creemos que su actividad es simbólica, que juegan para el gusto de los sentidos. Esta crisis demostrará que son meros mecanismos productivos y que su finalidad es tocar palmas para el rendimiento de quienes les contratan. 

Por la emotividad de los partidos solemos confundir la proteína con los aditamentos. La proteína son aquellos que necesitan imperiosamente que se vuelva a jugar. Ya se las ingeniarán para encontrar nuevos aditamentos con los que decorar el espectáculo. 

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