Hoy es 15 de octubre
El valencianista patidor que en estos dos años solo ha levantado, poco, la cabeza con aquella victoria ante el Real Madrid, afronta estos meses de sequía futbolera con la ilusión de un niño con zapatos nuevos...
VALENCIA. Parece una cuestión baladí, pero no lo es. Esto es deporte, aunque a veces tenga pinta de otra cosa. Y siempre reconcilia con el enfuruñado cuando supera la cuarta pared que va más allá del resultado del partido del domingo. El valencianista patidor que en estos dos años solo ha levantado, poco, la cabeza con aquella victoria ante el Real Madrid, afronta estos meses de sequía futbolera con la ilusión de un niño con zapatos nuevos. Un CEO que parece tener mando en plaza, un entrenador fuera de cualquier experimento pasado y con bagaje contrastado y una equipación para la nueva temporada que evoca épocas rocosas. Y esa presentación, mezclando las dos lenguas que se hablan en la afición. Con naturalidad. Sin aspavientos. Como lo hemos vivido desde pequeños. Las narraciones por la radio y los resúmenes de la tele en castellano y las celebraciones y los cabreos en valenciano en la grada. Antes de Canal Nou, queridos. Que ya saben lo mío con las canas.
Y este subidón nos tiene instalados en una alegría que ríete tú del recién casado. O divorciado, según vivencias. Incluso nos parecen bien los fichajes que suenan, que sin ser ilusionantes en cuanto a nombres, son de esos que conforman roca, agresividad y rendimiento inmediato. O por lo menos, lo parecen sobre el papel y las estadísticas de la web de datos de turno. Es la belleza del que se sabe que tiene un buen capitán de barco. Incluso posibles descartes de uno de los grandes, como Denis Suárez, nos hace los ojos chiribitas, por aquello que lo conoce García Toral. Y vamos más allá. Estamos vibrando con la bola extra de los chavales del B, que iban con el papel de cenicientas y están llegando al subidón subidón chimobayesco de la Islandia de la última Eurocopa, con hechuras y focos en algunos jugadores que parece que la cantera tiene mejor aspecto más allá de la generación espontánea de Soler y el patrón sin agotar de los laterales izquierdos. De hecho, alguno ya acapara portadas, o trocitos de ellas, pidiendo paso para pretemporada y minutos más allá de los de la basura o de alguna futura sentenciada vuelta copera. Y nos parece bien porque, otra vez, se piensa que hay entrenador. Que es mucho más que lo podíamos decir hace un año.
Es más, es que hasta las cosas del mercadeo parecen dignas de Premier o Bundesliga, por poner ejemplos de cosas bien hechas, a la opinión de servidor. Lo que en otros tiempos eran cuestiones de sacar a toda costa a pufos de bajo rendimiento, jugadores conflictivos o de rendimiento normal y sueldo extraordinario, se ha transformado en un silenzo stampa que nos esboza la sonrisa picarona del que se sabe con cartas pero no las muestra. No era de recibo que se supiera que Fulanito o Menganito iban a salir del Valencia porque los interesados esperaban pacientemente ver pasar las hojas del calendario para bajar, bajar, bajar y bajar la oferta de manera que la sangría negativa de jugador en cuestión repercutía en las arcas blanquinegras, poniendo más lastre a un rendimiento deportivo o económico nefasto para el club. Sí, ya se que es pronto. Pero no deja de ser un paso. Una novedad. Una cuestión normal.
Pero -ay, siempre hay un pero-, nos quedan tics de los que no aprendemos. Seguimos con el viejo vicio del que no quiere retornos. Del que piensa que por marcharse del club en otras circunstancias, no debe volver a vestir más la blanca del murciélago. De memoria, solo recuerdo ahora mismo a Roberto, con viaje de ida y vuelta desde Barcelona. Y no fue nada mal. Y este verano, con la posible llegada de Albiol, no hay que cometer el error de señalarlo como un jugador que no tiene el nivel para jugar en el Valencia. Perdón, venimos de ser el doce de veinte. El bueno de Raúl tiene nivel más que suficiente. Aunque sospecho que es por la marcha al Madrid por lo que se le tiene cierto resquemor y no tanto por su nivel y crecimiento demostrado en el mismo Madrid primero y después en el Napoli. Observen a Illarramendi, con el mismo viaje. Y no pasó nada. Todo lo contrario. O alguno más que seguro que les viene en mente. Torres en el Atleti. Es más, les lanzo una que le va a remover las tripas al jefe de esta cabecera, Héctor Gómez: puestos a traer a Vietto, una opción ventajosa en forma de cesión o recompra de Alcácer no estaría nada mal, vista la manera de jugar del técnico asturiano. Sí, ya se que no va a pasar, pero seguro que jugador y club son diferentes un año después.
Y por último, la gran piedra que hace pared para sentir orgullo por el club que se está reconstruyendo. La propuesta de renovación de Salva Ruiz, albalenc y paisano de mi admirado Vicent Chilet, es una de las cosas que más molan de este nuevo Valencia. En la despersonalización que vive el fútbol moderno de élite, siempre está bien que, cuando hace frío, en tu casa te sientas arropado para poder volver a volar cuando la temperatura sea la adecuada. Y eso si es para sentirse, más, orgulloso de este club. Y este es el camino para volver.