Despiadado en la toma de decisiones, hábil en la socialización con el medio, Anil Murthy es para Lim lo que Mateu Alemany para el Valencia: un recurso muy eficaz...
VALÈNCIA. Si la semana pasada -a quién se le ocurre- el tema iba sobre cómo ser un expresidente, la pedrada de este jueves tiene que ver más con la construcción de un presidente. Uno inesperado, uno insólito. La prueba de que no estamos preparados para adivinar lo que nos espera, es que no hemos sido capaces de prever ni tan siquiera mínimamente el pasado. En el año del centenario un tipo desconocido de Singapur, diplomático en París, como un paracaidista de la gestión, instagrammer persuasivo. Temblores hacia el futuro.
Con esos presagios, con una entrada como elefante en cacharrería en las peores circunstancias posibles, y con una periferia mediática más allá de Requena todavía logrando desentrañar si el máximo cargo del Valencia es la hija de Lim (aka Layhoon), su mujer o el propio Lim, el primer gran reto de Murthy pasó por darse apariencia de presidente.
Extrañados por su precocidad para anunciar los fichajes antes que el propio club, o por esa miriada de comentaristas jubilosos ante cualquier nueva foto colgada, ya hay una primera conclusión: Anil Murthy, a pesar de las sospechas, ha logrado la concepción colectiva de presidente.
Anecdótico pero poco casual es que los anuncios de altas y bajas pasen por la primicia de Murthy. Hay una vocación por exhibir el mando, por sacar músculo presidencial. Dudo sobre otras virtudes atribuidas, pero hay evidencias de sus reflejos y su don para interpretar las oportunidades. Vio el escaso mando que tenía la institución, con una presidenta ausente y un propietario al que había que interpretar por gestos remotos. Los gestos hacia colectivos influyentes han terminado de levantar la barrera.
Despiadado en la toma de decisiones, hábil en la socialización con el medio, Anil Murthy es para Lim lo que Mateu Alemany para el Valencia: un recurso muy eficaz.
El presidente inesperado, el no deseado, de momento va ganando. Incluso lleva meses sin acusar a nadie de su mal valencianismo. Puede que también haya aprendido al respecto.