VALÈNCIA. Decir que el domingo Cárdenas fue un espectador más del Llevant-Osasuna quizás sea un pelín exagerado, pero no se va mucho de la realidad. Lo cierto es que, con balón en juego o parado, la escuadra blaugrana mostró una insólita firmeza defensiva. Aunque lleve casi un tercio de su vida en Valencia, Alessio Lisci, el nuevo y flamante entrenador levantino, es italiano y sospechoso, por tanto, de entender el fútbol como aquello que podría suceder en un partido siempre y cuando se mantenga la portería a cero.
Muchos conocen al romano por el fútbol de tiralíneas que han visto, boquiabiertos, en algunos vídeos del juvenil o del amateur, pero me atrevería a decir que el factor diferencial que distingue a Alessio es que construye el fútbol de una escuadra desde la consistencia atrás. Nos espera un futuro con pocos goles en contra, algo esencial para escapar de la actual asfixia clasificatoria.
De hecho, habría que echar mano de las hemerotecas para comprobar cuál fue la última vez que el equipo granota alineó a dos mediocentros de contención. Ante Osasuna lo hizo. Lisci colocó a Pepelu los galones en los hombros y metió a su lado a Radoja como escudero. Entre ambos frenaron el empuje navarro desde la medular y con ello desarticularon toda proyección ofensiva del rival. Arrasate declaró que habían estado mal. La realidad es que el Llevant hizo infranqueables todas las vías hacia Cárdenas. En ataque faltó materializar alguna de las ocasiones claras, incluido el penalti a Cantero que Pizarro no quiso ver. Todo llegará. Más pronto que tarde. Poco tiempo para ver el sello de Lisci y sin embargo la mejoría ya fue notable. En los próximos partidos el Llevant mostrará de qué es capaz con su filosofía de juego.
Hay demasiados que echan la toalla, pero la salvación está a 6 puntos. Encadenar, por ejemplo, cuatro victorias en los próximos seis partidos cambiaría radicalmente el panorama. Es viable, con Espanyol, Valencia, Mallorca y Cádiz como víctimas propiciatorias, y Vila-real y Atlético en la recámara. Y en todo caso quedan todavía 66 puntos en juego, mucho margen para recortar distancias y escapar de la cola. Ya saben, “el fútbol es un estado de ánimo”. La primera victoria lo cambiará todo porque las circunstancias han provocado que un equipo con calidad para estar entre los diez primeros se encuentre en la actual tesitura. Cornellà es un buen lugar en el que cambiar de rumbo, definitivamente.