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13 de noviembre / OPINIÓN

Un mercado que genera más dudas

1/09/2021 - 

VALÈNCIA. No sé si será mi sentimiento granota desde la cuna o que vivo en una realidad paralela e intento resetear, comenzar de cero y no indignarme más de la cuenta, pero creía que las fugas evidentes en el engranaje deportivo se taparían o por lo menos se lograría aparentarlas en este mercado de fichajes estival que acaba de concluir. No ha sido así y la verdad es que no me sorprende. Que no se miraría a un lado, que se dejaría de echar la culpa al que estaba antes en la confección deportiva (lo de la herencia de Tito y eso que ya han pasado unas cuantas ventanas de incorporaciones), de lamentarse por las consecuencias de la pandemia y se miraría de puertas para dentro en busca de soluciones. Había que ponerse las pilas y queda la sensación de que no se ha sido consciente de la situación y que se ha dejado pasar el tiempo esperando, como siempre, que sonara la flauta, solventando el expediente como mejor se ha podido y sufriendo hasta el último segundo. Pero ni se han obtenido ingresos por traspasos, ni se han liberado fichas altas (salvo la salida de Sergio León y no en las mejores condiciones) ni tampoco se ha reforzado la retaguardia donde era más que necesario inyectarle solvencia y jerarquía, salvo que fuera de mercado se ate a un central libre de contrato.

Eché el cierre por vacaciones a este 13 de noviembre con la ilusión de reanudarlo creyendo en que el ‘overbooking’ en la plantilla, esos 30 futbolistas con los que ha tenido que convivir el míster hasta el encaje de bolillos, se solucionaría con los menos daños colaterales posibles. Que no habría rescisiones a cascoporro y que lo del debe importante de la cantera se corregiría, algo que ha sucedido parcialmente con las fichas de primer equipo para Pepelu y Blesa. Pero hay cosas que no cambian. El Levante ha sido como es alumno que solamente estudia el último día y quiere aprobar el examen. Sin Toño (se pagaron 180.000 euros para deshacer su contrato), Rochina ni Doukouré y con las llegadas de Franquesa, Soldado y el recuperado Pablo Martínez, el 31 de agosto, a correprisas y salvando la papeleta, dejó la rescisión de Koke Vegas (nunca he llegado a entender la gestión por ninguna de las partes de su travesía en Orriols), el traspaso de Sergio León al Valladolid y Hernani, de momento, se queda sin dorsal, aunque aún se puede marchar a una Liga exótica. Antes del cierre, y durante más de tres meses después del final de la competición, solamente se había podido ceder a Brugui al Mirandés y rescindir el contrato de Arturo Molina, que libre ha firmado por el Fuenlabrada.

Estoy preocupado. Ni me gusta cómo ha comenzado la temporada con esos dos puntos de nueve ni, sobre todo, los mimbres que han quedado para pelear por seguir un año más en Primera. Lo digo porque las carencias persisten. La eterna bipolaridad. La montaña rusa entre la parcela defensiva y ofensiva. Hay deficiencias que se caen por su propio peso y que son impropias en un equipo de la máxima categoría. Porque a estas alturas, y ojalá pueda ilusionarme en adelante con algo más, con lo que hay, la permanencia es el único y obligado objetivo. Sé que no viene conmigo este conformismo porque soy optimista en exceso, pero esta vez voy a tener los pies en el suelo. Cualquier otro mensaje sería faltar a la verdad. Ese desencanto viene porque la historia se repite: ese ataque que cautiva, pero acaba devaluándose por los desajustes en la estructura defensiva que están volviendo a costar puntos. Seamos claros, aunque creo que es un secreto a voces: no entiendo que el cuarteto de centrales vuelva a ser el mismo (mientras tanto Cuenca ha sido cedido al Getafe y Maras al Rayo, los centrales titulares del Almería de la pasada temporada y de lo mejorcito de Segunda División) y que ninguno de los tres laterales derechos sea una garantía atrás.

Al final lo que manda es lo que suceda en el terreno de juego, pero esa desafección va más allá. Sentirse identificado con el escudo está por encima de las victorias y esa ruptura escuece más que cualquier derrota y es lo debería generar una profunda reflexión. En este arreón final de mercado estival se han entrelazado demasiadas situaciones que han zarandeado la tan necesaria identidad. El ‘caso Pepelu’ (que al final se ha quedado, pero de aquella manera), que un jugador como De Frutos haya sentido que puede crecer más en el Getafe que en el Levante o que Vukcevic, que no juega desde el 19 de marzo en casa del Real Betis por unas dolencias en la espaldas, fuera convocado con Montenegro cuando días atrás el propio entrenador granota incidiera en que esas molestias le iban a impedir viajar a San Sebastián. Lo de que el club publicitara la llamada internacional de Nikola, con todo el ambiente enrarecido por su inactividad de más de cinco meses y que además ha estado en la rampa de salida para aliviar la masa salarial, es un tiro al pie, un generador de crispación en redes sociales (y con razón) y una puñalada más en ese aficionado que siente que le toman el pelo.

Desde la rueda de prensa del 9 de junio del presidente Catalán, el escenario apenas cambió hasta los agobios del epílogo. Fue un ganar tiempo. El salvavidas del CVC (y menos mal que apareció) sirvió para inscribir a los fichajes y renovados, fue un respiro, pero eso no significaba que la movida del desfase financiero desapareciera de sopetón. Hubiera sido tremendo, y de pedir cabezas, plantarse en el estreno en Cádiz sin el Comandante y/o algunos más. Paco López tendrá que lidiar con una plantilla hasta los topes, con canteranos con contrato de primer equipo con ficha ‘B’ porque no hay sitio para ellos y con futbolistas que no entran en la hoja de ruta del cuerpo técnico. ¿Ha mejorado el Levante? Prácticamente está igual. La recuperación de Campaña es el mejor fichaje (no la versión de Anoeta), pero las deficiencias no se han subsanado y ahí se ha dado un preocupante paso atrás.

Voy a pedir un par de deseos. Me gustaría que alguien de los que ‘parten la pana’ saliera públicamente e hiciera un ejercicio de realidad, de autocrítica, sin edulcorar, sin un recurso manido, sin caer en las excusas para reenganchar al seguidor que necesita volver a sentir el Orgull Granota. Y, sobre todo, que Paco López, al que recuerdo que le queda solamente este año de contrato, no sea de nuevo la diana fácil porque no es el culpable exclusivo de todos los males. La dirección deportiva no puede irse de nuevo de rositas. En estas líneas, y en las tertulias de radio, seguiré exponiendo todo lo que siento sin medias tintas, duela a quién duela, de manera constructiva y sin faltar el respeto. Sí, soy ‘Pacolista’, lo sabéis y jamás lo he escondido, pero igualmente hay muchas decisiones del míster de Silla que no comparto como esos ‘ataques de entrenador’ que le sientan a cuerno quemado cada vez que pienso que le han dado o la gestión de vestuario en algunos casos, sobre todo en los futbolistas con más ascendencia.

Uno de esos es Campaña. Sigo creyendo, como antes de la lesión del andaluz, que la aportación del ‘24’ se multiplica por el centro, aunque en banda izquierda facilite las subidas de Clerc (ojo con el futuro del lateral de Badalona que también acaba contrato con el técnico). Pero más que la posición, lo que debe corregir el talentoso centrocampista es su actitud, los gestos a sus compañeros cuando las cosas salen torcidas para así ser un líder positivo en su máxima expresión. Y ante la Real Sociedad mostró esa versión defectuosa que no nos gusta. Desapareció tras la pérdida que supuso el gol de la derrota. De lo más positivo es que ha vuelto físicamente muy bien del calvario que arrastró durante tantísimos meses. Por cierto, son once partidos en Liga sin ganar (ocho de la temporada pasada y tres de la actual) y toca espabilar.

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