VALÈNCIA. Jornada 1 ante el Sevilla: Diakhaby en el minuto 60 y Javi Guerra en el 88, jornada 2 ante Las Palmas: Pepelu en el minuto 74, jornada 3 ante CA Osasuna: Hugo Duro en el 80, y en la jornada 4 ante el Alavés, no hubo goles dado que el equipo cayó derrotado por 1-0.
Este recuento de goleadores y minutos nos lleva a una conclusión, hasta el momento todos los goles conseguidos en liga por el Valencia CF esta temporada han llegado en la segunda parte, y siempre superados los dos tercios de encuentro (minuto 70 como mínimo).
La obsesión de Rubén Baraja por el equilibrio y el control de los partidos se traduce en unas primeras partes en las que el Valencia intenta que nada perturbe el guion establecido y parece que en las segundas juega un poco más liberado de su corsé. Aún así, la fórmula no es infalible y ya pudimos comprobar ante Osasuna y Alavés que el grupo padece ausencias competitivas al comienzo de los partidos -o durante alguna fase de los mismos- que le impiden alcanzar un mayor rendimiento.
El error que dio paso al 0-1 en Valencia ante Osasuna, o la concatenación de desastres que acabó con el Alavés marcando un gol en la portería de Mamardashvili antes del minuto 10, recuerdan al Valencia de la temporada pasada. Al equipo que naufragó en Cádiz, en Almería, en Valladolid, en Girona, en Mallorca o en Vallecas.
Es por ello que la piedra angular en los planteamientos de Baraja para los partidos ha sido la de dejar de ser un equipo bombardeado a ocasiones del rival desde casi el comienzo de los encuentros. Y en esa línea hay que resaltar que la evolución sí ha mejorado los registros de las dos anteriores temporadas en las que Mamardashvili acababa teniendo muchísima faena en cada uno de los partidos que se convertían en un asedio sobre su portería.
El mayor equilibrio que parecen controlar los futbolistas que se alinean en la zona ancha le ha cambiado la cara al equipo a la hora de dejar de estar sometidos a un bombardeo constante, ello conlleva que "la manta" se quede un poco más corta por el otro lado. Si bien es cierto que el equipo en las primeras partes acumula pocas llegadas, estas suelen ser muy claras como ya ocurriera en los enfrentamientos ante Sevilla y Las Palmas.
El citado desgaste en la zona ancha del terreno de juego se traduce también en un descenso de oposición en el rival conforme pasan los minutos, y ahí es donde el equipo de Baraja aprovecha para buscar el marco rival.
En definitiva, que el rédito obtenido con los goles en la segunda mitad está siendo fructífero, poder incrementar la eficacia ofensiva en las primeras partes supondría un espaldarazo aún mayor para el grupo, dado que los de Baraja han demostrado sentirse mucho más cómodos con el marcador a favor que cuando han tenido que remar a contracorriente.