VALÈNCIA. El tercer paso por quirófano de la temporada mide la reacción del Levante de Javi Calleja. Si ya el encuentro ante el Albacete aparecía como escenario desconocido con el técnico madrileño al volante después de sufrir la primera y abultada derrota de la temporada, ahora la tarea del cuerpo técnico pasa por no perder la fortaleza mental del grupo tras el palo en forma de lesión de Pablo Martínez. El vestuario se hizo fuerte tras caer en El Alcoraz y se unió en torno a una actitud reactiva que no dio resultado el pasado domingo. Ahora, una de las claves de Calleja y los suyos pasa por hacer de psicólogos. Juan Bernat tiene trabajo.
Y es que la rotura de Pablo ha afectado a todos. El aluvión de mensajes de cariño públicos por parte de la plantilla es solo una muestra de ello. Por la importancia de su figura en el vestuario y lo que ya suponía el '6' en el verde: una pieza clave en la exponencial mejora del rendimiento de Pepelu, que no había empezado la temporada a su máximo nivel, o en la resistencia a contratiempos y trastoques de resultados en una misma cita. Pablo se había convertido en un imprescindible en esencia.
Además, la enfermería granota pasa por el peor momento de la campaña a pesar del regreso de Postigo y Soldado a los entrenamientos -está por ver en qué condiciones llegan ambos a la convocatoria para arrimar el hombro o no desde el inicio con el partido de Málaga demasiado cerca en el calendario-. Ni siquiera en las semanas más apretadas, con encuentros de Copa y bajas sensibles por sanciones -la de Iborra por el teórico empujón a Sánchez Martínez, y las acumulaciones de tarjetas de Pepelu y Joni Montiel ante el Granada- habían impactado tanto en el rendimiento del conjunto. Semanas para el resurgimiento.