VALÈNCIA. La semana que queda atrás permanecerá grabada en la historia de los socialistas valencianos, dado que todo lo acontecido marcará el futuro del PSPV-PSOE en los próximos años y, con ello, también en cierto modo el de la Comunitat Valenciana, dado que la formación del puño y la rosa es la principal fuerza de la oposición y la única que, a priori, puede competir con el gobierno liderado por el popular Carlos Mazón con Vox como socio en el Consell.
La noticia, ya conocida, es que la ministra Diana Morant será la nueva secretaria general del PSPV en sustitución de Ximo Puig, una vez acordada la retirada de los otros dos aspirantes a la sucesión, el líder provincial de Alicante, Alejandro Soler, y su homólogo en Valencia, Carlos Fernández Bielsa.
Los tres habían formalizado sus precandidaturas el lunes, lo que parecía alejar la posibilidad de un consenso que evitara las primarias. No obstante, el acto celebrado por Morant esa misma tarde en Gandia, su localidad natal, fue una demostración de fuerza tanto en asistencia de militantes de base como en cargos de relevancia. A partir de ahí, se precipitaron los acontecimientos: una reunión en Ferraz al día siguiente permitió alumbrar el acuerdo.
La preferencia de Pedro Sánchez por la ministra era clara y tanto Soler como Bielsa, pese a que tenían un pacto de apoyo mutuo, eran conscientes de que sus números habían comenzado a debilitarse en favor de Morant, lo que condujo a un acuerdo para dejar paso a la exalcaldesa de Gandia. Eso sí, este gesto de generosidad vino acompañado de un arreón para tratar de aprovechar el pacto y exigir en ese contexto determinadas áreas (como Organización), puestos y otras prebendas. La ministra hizo exactamente lo que Soler o Bielsa hubieran hecho en su lugar, negarse a ese tipo de condicionamientos y emplazarse a ir negociando poco a poco en las siguientes semanas fuera de las paredes de Ferraz.