No puede ser casualidad. Esta última semana, he comentado con varios colegas mi intención de aperitivar un día en el bolos y todos me han dicho lo mismo.
- Nano, ahí iba yo con mis abuelos.
¿Qué tiene este local que ha atraído a los yayos de toda una generación? ¿Muestras de Corega? Recuerdo que además de bar, era marisquería, y lo recuerdo enorme, gigantérrimo, ahí por la Avenida del Puerto, pegado a JR Valle. Sea lo que sea, voy a descubrirlo, pero llego tarde y le envío un Whatsapp a mi contacto, que ya está esperándome con el primer tercio de Águila.
Aparentemente todo sigue igual. Me atrevería a decir que hasta el cartel de la puerta es el mismo.
Nos sentamos en la barra, es mediodía y el local esta vacío. Echamos un vistazo al expositor, el género la verdad que no invita mucho. Una cazuela con algún guiso de tinta, rodajas de pulpo aparentemente secarral, unas conchas de vieira con un queso rallado encima a medio fundir…
Bueno, es igual, no prejuzguemos. Un camarero de los de camisa blanca con boli en el bolsillo se acerca a nosotros, y nos informa de que no tienen carta por el tema del virus y tal, pero nos recita alegremente una lista de mariscos y bichos marinos que podemos pedir, como si fuera la lista de los reyes godos. Chavales, yo en esta vida no sé de muchas cosas, pero si algo sé, es que de una lista de mariscos sin precio, dichos de viva voz, no te fíes NUNCA. No, porque luego la gamba resulta que es gambón, los berberechos van a peso, el nosequé es según mercado, y esto, lo otro, y el de la moto y al final no sabes cómo y te la encuentras dentro doblá. Cuidadín con eso.
Decidimos pedir un poco de ensaladilla y unas gambas al ajillo.
La ensaladilla bien, "clásica" sería una buena definición. Dos saladitos on top, aceituna, huevo rallado, guisante, una proporción muy acertada de mayonesa, todo correcto, sin fisuras.
Las gambas nos llegan en una cazuelita de barro. Son tamaño meñique encogido, pero aparentemente frescas, con bien de aceite chisporroteante. No hay diente de ajo visible, está como integrado con el todo, triturado junto a lo que parece perejil. Tampoco hay guindilla que pique. Por ahora cocina correcta.
Como hemos venido a jugar, decidimos seguir con el guiso de calamar en su tinta que hay en la barra, y venga, ya que estamos aquí, una sepia a la plancha.
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Publicado: 29/10/2020 ·
11:34
Actualizado: 29/10/2020 · 11:44