Han vuelto. No como antes, porque la distancia del metro y medio entre comensales permanece vigente, y también la obligación de permanecer sentados, pero las barras han vuelto. Sin codazos, sin rozar la espalda del vecino, seguramente sin tener que gritar tanto como hace año y medio. Vuelven, pero se pierde en muchos casos esa sensación de victoria que te atrapaba cuando entrabas a un bar sin saber si habría sitio y veías un pequeño hueco donde meter el codo y hacerte fuerte entre caña y caña. De momento, para comer o cenar en barra, habrá que reservar si queremos asegurarnos hueco. Se pierde la espontaneidad pero vuelve el corazón.
"Nosotros era lo que mas habíamos notado, que el restaurante parecía un gastronómico y nosotros siempre hemos dicho que somos un bar. Sin la barra se ha perdido ese ruido, esa vida, esa vivacidad que tiene el movimiento de la gente", cuenta José Rausell solo unas horas después de que la barra de Rausell volviese a arrullar a la clientela. "Todavía hay mucha gente que no sabía que las barras estaban abiertas, pero sí que había muchos otros que nos habían llamado y teníamos muchas reservas. La vida del bar, con la barra, cambia por completo", añade.
A unas manzanas de allí, otro bar donde la barra es medicina y religión también abría la veda. La barra del bar Ricardo lucía como si nada hubiera pasado, como si el mundo no hubiera cambiado para siempre. Detrás de ella, Ricardo Mirasol acogía a los parroquianos "con ganas e ilusión de que poco a poco vuelva todo a su sitio". Nos cuenta que había ganas y que muchos incondicionales han aparecido enseguida. Aún así, "nos limita el metro y medio que tiene que haber entre comensales. Tienes que tener mucha barra para sentar a tres parejas", afirma. ¿Les limita el que la gente deba estar sentada? "El estar de pie o sentado, la verdad es que no le veo sentido", señala.
Para algunos, este parón ha servido para replantearse el espacio y esta semana estrenan barra, pero con novedades. Es el caso de la bodega Anyora. "Nosotros hemos montado en la barra unos apliques para que se convirtieran en mesas altas, con eso conseguimos tener el espíritu de bar pero manteniendo la distancia de seguridad, creo que la distancia de seguridad es la que por ahora va marcar el ambiente de barra, ese ambiente bullicioso codo con codo costará en llegar, pero que ya se puedan utilizar es el comienzo, nosotros estábamos deseándolo", explica Román Navarro.