Estoy seguro que Voro lo sabe. Sabe que esto no va bien. Es voz autorizada y creo que respetada en el valencianismo. Primero como jugador, todo pundonor y amor al escudo...
VALENCIA. "Bob Dylan también lo sabe. Pero Bob es muy discreto. No dice nada. Será mejor así."
Andrés Calamaro, en una preciosa canción dedicada a Elvis, y jugando con la hipótesis que está vivo, hablaba así de Bob Dylan, supuesto conocedor del secreto del Rey del rock. Pues en esa melodía estaba pensando el miércoles cuando, en la banda, Voro daba instrucciones -o ánimos- a Cancelo, eterna imagen de erasmus mojabragas con pinta de despistado, en una manera como otra de meterse Nuno un tiro en el pie en aquello de intentar remontar el partido.
Porque estoy seguro que Voro lo sabe. Sabe que esto no va bien. Es voz autorizada y creo que respetada en el valencianismo. Primero como jugador, todo pundonor y amor al escudo. Aunque tuviese que marchar a Coruña porque allí lo valoraban más. Y como entrenador nos salvó de una caída libre en 2008, cuando nuestra última copa. Y fue utilizado para ello como emergencia, como tabla de salvación, ante un vestuario casi autogestionado, para contrarrestar la locura, o tozudez de Tintín Koeman, con tan poca cintura para adaptarse a la plantilla como cuando jugaba y tenía que enfrentarse a wines de la gambeta.
Y Voro ha de ver, entre saludas de delegados y normativas internas, que el vestuario no funciona. Que probablemente ese vestuario haya perdido la confianza en un entrenador que tiene establecida una hoja de ruta con argumentos paupérrimos, tanto a la hora del planteamiento de los partidos como en las posteriores explicaciones en rueda de prensa. Que la justicia en la toma de decisiones, sin dobles raseros, es el pegamento más fuerte para un vestuario. Que quizá ser de la 'cuadra' de Gestifute, otorga cierta ventaja a la hora de vestirse de corto. Y que si uno está errado en algo y no le dice nadie nada, tomará como bueno ese camino y lo tendrán que herrar, con hache, por zoquete cuadrúpedo.
Porque ese es el problema. Nadie hay jerárquicamente encima de Nuno con el que pueda hablar de fútbol. Nadie hay que le obligue a responder a preguntas parecidas a las que anoche en Twitter me salieron de las tripas con #askNuno como etiqueta. O a quien le pueda explicar el porqué de las cosas. Los directivos de Singapur probablemente sepan de fútbol lo mismo que usted o yo de waterpolo. Pero aún sin saber, deben entender que los silbidos no son buenos. Y que esos gritos de la grada nos son arengas al entrenador. Que lo que va detrás del nombre de pila de Espirito Santo, es un 'Go home' en toda regla. Que Juan Sol, cuando tiene un micro delante, no sabe que responder porque mide mucho sus palabras para no echar más leña al fuego. Y sobre todo, que si eres el jefe de producción y te gastas 30 kilos en una máquina para mejorar la productividad de la empresa, porque así la has pedido, o le sacas rendimiento a la máquina o le sacas rendimiento a la máquina si quieres conservar el lugar de trabajo, por emplear un símil empresarial de muy gordo trazo. Y que contablemente, colar goles, como decía Salva Ballesta, se traduce en ingresos de Champions. Y sin tirar a puerta, no se puede.
Voro también lo sabe. Pero Voro es muy discreto. No dice nada. ¿Será mejor así?