VALÈNCIA. La aparición de Yunus no tiene dobleces. Es una bocanada de aire fresco que permite lo que debe garantizar el fútbol: la efervescencia de lo nuevo, de lo desconocido, las campanas al vuelo y el furor de lo inmediato. La fuerza de quien llega sin que se le espere. Un estadio, que aún sin nadie, se deslumbra ante una aparición poderosa.
Pero lo de Yunus, en domingo, como si todos los días lo fueran, sí tiene unas cuantas interpretaciones que van más allá de la necesidad enfermiza de apuntarle el tanto al primero que pasaba por allí. Interpretaciones que nos enfrentan ante ciertas contradicciones.
1. Qué permite (o qué impide) darle oportunidades a chicos de 17 años. La necesidad es el mejor artífice de la valentía. ¿Hubiera debutado Yunus con la plantilla plagada de jugadores medianos? Seguramente. ¿Hubiera tenido una mínima continuidad crítica con la que ver si de verdad despunta? Es improbable. No deja de ser insólito que en el Valencia de Celades, ese canto a la adolescencia, Yunus no tuviera hueco. ¿Es lo del domingo una demostración de que tiene razón el club cuando pide más tiempo para las jóvenes promesas? En parte, sí. Demasiadas veces talentos amaneciendo ven pasar el tiempo por el conservadurismo de entrenadores poco dispuestos a flexibilizar su rigor.
2. Ahora… ¿Es responsable entregarle, como parece, las llaves del desequilibrio a Yunus? La ausencia de una planificación mínima provoca que las casualidades vayan definiendo la dirección. Yunus tiene edad de pedirle que acompañe al grupo, no de exigirle que lo lidere. Justo ahí (bueno, y en unos cuantos frentes más) es donde dirigía Javi Gracia sus dardos. Cuidado con dar un peso excesivo al que solo comienza. Llegará Pamplona, Eibar y Valladolid, llegarán las estrecheces.
3. El domingo hubo alguien, en el espacio sideral, acariciando a su gato mientras veía a Yunus, que debió decir: “veis como tenía razón… debemos llenar el equipo de menores de edad”. Sacar esa interpretación, creer en el radicalismo de hacer del Valencia el vivero con el que venderles cuando cumplan los 22, es una suerte de suicidio aplazado. Yunus será mejor cuanto mejor sea el colectivo. Gracia se empeña en señalarlo. Harto de expresarlo con señales de humo, tuvo que dibujar un jeroglífico a puerta abierta.
Mientras tanto, la ilusión de ver a Yunus en un nuevo domingo. Aunque solo sean unos fogonazos. Todo, en fin, se reduce a eso.